El declive intelectual, moral y
espiritual de la sociedad española de los últimos lustros, un declive por lo
demás inducido, acusa un crecimiento exponencial harto inquietante. Ante los
reiterados ataques a la Santa Madre Iglesia (procedentes de los más variopintos
entes), los enemigos de Ésta, poseídos por un odio irrefrenable de naturaleza
cristófoba, han fijado uno de los objetos de sus ataques en la asignatura de
Religión Católica. Cada año, cada nuevo curso, es menor el número de jóvenes
que optan por matricularse en esta asignatura. Existen varias razones de peso,
tres al menos, para la comprensión/explicación de este fenómeno coyuntural
plenamente consolidado, y aupado, desde los centros de poder:
1- La
apostasía real de la sociedad española: aunque sea duro de afirmar, es una
evidencia que España ya no es
católica (léase católica practicante). Las nuevas generaciones, embrutecidas
por el sistema en las consignas del nuevo ateísmo ético-hedonista postulado por
los gurús de turno, han abrazado esta nefasta negación que presupone por su
parte una nueva religión, una teología satánica fundamentada en el culto de la
adoración del hombre.
2- La
poderosa influencia de la masonería: la contra-Iglesia, otrora secreta, ha
pasado a visibilizarse como realidad respetable y discreta. La masonería inunda
en mayor o menor grado las instituciones. Y el discurso masónico (deísta),
obviamente, repele todo cuanto de la Tradición y la Verdad Católica provenga.
3- Los
influjos disolventes de los lobbies
sionistas sobre el tejido social: un mal mayor, consistente en la implantación
progresiva del marxismo cultural en los más diversos ámbitos de la vida,
transformando un pueblo sano en una masa enferma y deprimida, y todo ello
fundado en las consignas del relativismo moral más devastador.
Sobre estas razones, en
absoluto exhaustivas y aquí sólo traídas a título de bosquejos introductorios,
se desencadena la guerra a muerte contra la asignatura de Religión Católica.
Es preciso, como españoles arraigados a la Madre Patria,
defender con todas nuestras armas dialécticas la necesidad de la Religión
Católica, así en las guarderías, las escuelas y los institutos, pero también en
los demás espacios de la vida pública. Son muchas, muchísimas, las razones de
peso para abrazar y defender apasionadamente esta opción, pero nosotros
destacaremos tres:
a- La
Religión Católica ayuda a los individuos a ser personas (es decir, a salir de
su egologismo instintivo y estéril), y por tanto a ser sujetos libres (dotados
de libre albedrio), interactuantes con los diversos principios de solidaridad
católicos, el más elevado y eximio de los cuales es Dios Trino.
b- La
Religión Católica es la única (dejemos a un lado las llamadas iglesias
separadas de signo cristiano, cismáticas) que afirma a la persona como valor
absoluto relativo, con todas sus consecuencias; se puede afirmar de este modo
que todas las doctrinas heterodoxas, por consecuencia errada, han derivado de
estos principios católicos inmutables, bien que desleídos y adocenados por el
error humano.
c- Y una
afirmación dogmática e intransigente, firmes en Cristo: la Religión Católica es
la única verdadera. ¿Qué sentido puede tener para un alma biennacida (sedienta
de la salvación eterna) aferrarse a doctrinas erradas, de inspiración humana y
no divina, frente a los tesoros del Catolicismo?
Después de aprehender todas
estas cuestiones, ¿qué sentido tiene, en definitiva, que el pueblo llano, el
noble pueblo español, tolere tamaños atropellos y ataques a su núcleo más
íntimo y profundo, a su alma católica romana en suma?
Comentarios