Hoy voy a hablar sobre mi
devoción a la Virgen del Pilar, patrona de España y de nuestros
hermanos de Hispanoamérica, de la Guardia Civil...una de las
devociones más populares y más queridas: la Santísima Virgen del
Pilar, conocida cariñosamente como la Pilarica.
Predilección de la Virgen
Tuve la gracia de ser bautizado
en la Basílica del Pilar de Zaragoza un abrasador 7 de julio, día
de San Fermín. Además de celebrar nuestro despertar a la vida,
deberíamos acordarnos sobre todo de nuestro nacimiento para el
cielo. Siempre me hizo mucha ilusión el hecho de ser bautizado en el
primer templo de la cristiandad en honor a la Virgen María, que vino
en carne mortal a Zaragoza. Esa predilección de la Madre del Cielo
no fue algo casual, pues la capital aragonesa donaría a la Iglesia
innumerables mártires en los primeros siglos del cristianismo así
como numerosas hazañas en defensa de la Fe en siglos venideros.
Breve historia de la
advocación
Como muchos de ustedes ya sabrán,
según una antiquísima y
venerada tradición, la Santísima Virgen, cuando aún vivía, se
apareció al Apóstol Santiago el Mayor en Zaragoza. Vino acompañada
de ángeles que traían una columna o pilar como signo de su
presencia. En la aparición, Nuestra Señora consoló y reconfortó
al Apóstol Santiago, a
quien prometió su asistencia materna
en la evangelización que estaba llevando a cabo en España, pues
esta nación estaría a
llamada a una grandísima misión evangelizadora en la Historia.
Desde entonces, el Pilar es
considerado como el símbolo de la firmeza de fe de los españoles y
de toda la hispanidad y uno de los grandes santuarios marianos de la
cristiandad. Todos los días del año a las 9
de la mañana, a las 12 y las 8 de la tarde suena por la megafonía
de la Plaza del Pilar una letanía en honor a tan importante visita:
“Bendita
y alabada sea la hora en que María Santísima vino en carne mortal a
Zaragoza. Por siempre sea, por siempre sea bendita y alabada”.
A lo largo de su historia la
Virgen ha premiado con multitud de gracias e incluso signos
espectaculares las abundantes muestras de fervor filial recibidas por
sus hijos. Uno de los más famosos es el «Milagro
de Calanda», en donde la Virgen restituyó la pierna amputada al
mendigo Miguel
Pellicer,
en 1637. Multitud de personas fueron testigos del prodigio, con la
certeza histórica del acta notarial que así lo atestigua.
Durante la Cruzada Nacional el
templo fue bombardeado el 3 de agosto de 1936. Fueron arrojadas sobre
la Basílica de El Pilar cuatro bombas que no explosionaron. Los
proyectiles que cayeron en el templo se exponen a los lados del
Camarín de la Virgen e integran la larga lista de hechos milagrosos
atribuidos a la Virgen. El piloto del avión se convirtió a la fe al
ser testigo de tan inexplicable prodigio. Curiosamente conocí al
nieto de la persona encargada de comprobar que las bombas estaban
efectivamente cargadas.
El Pilar guarda una estrecha
relación con la Hispanidad y la evangelización de América, una de
las grandes hazañas de nuestra patria. La
Virgen prometió que al igual que el Pilar permanecería siempre
firme en ese lugar, la fe no desaparecería de España.
El santo Pilar es símbolo de la fortaleza
en la fe, la seguridad en la esperanza y la constancia en el amor
como reza la oración colecta de su Misa propia el 12 de octubre.
Mi
tierna devoción por la “Pilarica”
A lo largo de toda mi vida he
sentido muy fuertemente este signo de identidad mariano que siempre
me ha acompañado. A las pocas semanas de mi bautismo tuve fiebres
muy altas que felizmente remitieron por intercesión de la Santísima
Virgen.
Después, ya de adulto, he
acudido con frecuencia al santo templo a venerar la santa columna y a
rezar ante la Virgen. También he conservado la costumbre zaragozana
de ir a confesarme a la Basílica. Tras mi conversión fue clave de
nuevo la Virgen del Pilar. En esos momentos acudía todos los días
al templo teniendo gran consolación de la Madre.
Recuerdo que compré una imagen
de la Virgen del Pilar. La entronicé en mi habitación, tirando
todos los posters mundanos que no eran dignos de acompañar a tal
Señora. De la imagen emanaba una fuerza sensible como si estuviese
imantada y de mis ojos abundantes lágrimas por mis pecados. Estas
gracias sensibles me cubrieron como un manto en esos días benditos
de mi conversión.
Como
gratitud quise honrar a la Virgen siendo Caballero del Pilar,
asociación donde en torno a la Santa Columna veneramos a nuestra
excelsa Patrona y trabajamos por extender su culto y devoción. Si
pasan por Zaragoza no olviden de pasar por el Pilar y pedirle a la
Virgen fortaleza tras venerar la Santa Columna y pedir también por
la Fe de España y de América.
Para finalizar les dejo con el
preciosísimo Himno de la Virgen, cantado seráficamente por los
infanticos y una angélica Coral.
Javier Navascués
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