ALMA DE LACAYO

ALMA DE LACAYO
D. MARIANO RAJOY BREY ANTE EL TRIBUNAL DE LA HISTORIA


La economía lo es todo.
MARIANO RAJOY





La llegada en 2011 a la Moncloa de Don Mariano Rajoy Brey supuso una cierta esperanza para el castigado español de a pie, hastiado de los desmanes de la desastrosa “Era ZP”. Tras el trauma sufrido en los siete previos años de desgobierno socialista, el advenimiento de ese antiguo registrador de la propiedad devenido político profesional, hacía presagiar a la sana mayoría social de españoles “un cambio” (sic). Pero las esperanzas no tardaron en disiparse. Don Mariano no sólo carecía de ideas políticas ni de principios morales, sino, lo que es más importante en un dirigente de su responsabilidad: carecía de alma nacional, de alma española.

Se han vertido cisternas de tinta analizando todas y cada una de las tropelías cometidas (…) por este individuo y sus secuaces a España y al pueblo español. Es demasiado (aquí un eufemismo) el vértigo que produce en nosotros, pobres españolitos sin caja B esquilmados por el Estado devorador, digerir este infecto legado de corrupción, rapiña, envilecimiento y pérdida de soberanía. Es demasiado, repetimos, y repetimos con asco y tedio de prisioneros. Zapatero dejó España hecha un erial; Rajoy, perpetuando y radicalizando dichas “políticas” socialdemócratas, ha hecho del erial todo un desierto, en el que ni el más reseco de los lagartos osaría adentrarse. Y si algo queda en pie tras todo este destrozo, bien podemos afirmarlo categóricos, ha sido mérito exclusivo del pueblo llano español, trabajador contumaz y fiel depositario (aunque cada día menos) de su tradición histórica católica, apostólica y romana (que no masónica, laicista y bruselense, como han pretendido mutársela sus enemigos, los lacayos del Sistema, entre ellos el tal Mariano).

Pero el tiempo no perdona a nadie, ni mucho menos a quienes detentaron puestos de extrema responsabilidad sin merecerlo. El tiempo, ese implacable nivelador (acompañado por esa gran demócrata que es Doña Muerte), ni siquiera habrá de perdonar a ese lastimoso cadáver político que hoy es Mariano Rajoy Brey. Le espera el Juicio de Dios Trino (en Quien no cree, a juzgar por su pertenencia a la masonería, como confirmó el docto P. Manuel Guerra [por cierto, ¿habrá el tal Mariano “pisado y escupido” ya sobre el Crucifijo, como acostumbran hacer sus amigotes en el ritual del Grado 29?]). Pero, sobre todo para él y para su raquítica posteridad de nota a pie de página (la talla de los estadistas es muy otra), le espera el juicio del tribunal de la Historia. Y ese juicio será implacable, no tan justo e implacable como el Juicio de Dios, pero implacable en tanto será indiferente a las caretas ideológicas de una generación o dos (tres a lo sumo), muertas y enterradas (aunque mejor haríamos en decir incineradas, pues ni siquiera los huesos han de quedar de éstas). El historiador del siglo XXII, asombrado de ver qué hicieron de España tales parásitos, imputará a D. Mariano –y a los pobrecillos que lo votaron aduciendo el “voto del miedo”– su gran responsabilidad en la destrucción de aquella maravillosa patria que fue España.

Ése y no otro será el veredicto del tribunal de la Historia. Y el nombre del gallego de marras, denostado y olvidado, sólo inspirará malestar y desprecio a los afligidos hijos de la postrada Patria, al tiempo que habría de impulsar en esas generaciones del mañana ganas de seguir luchando, ganas de seguir defendiendo su historia y su identidad, para que los eternos Rajoys de turno, los enanos del espíritu y los lacayos del Sistema, no vuelvan a plantar sus infames zarpas sobre la Madre Patria España, para que no vuelvan, una vez más, a hacer de Ésta un infernal desierto por medio del cual alcanzar sus más viles e inconfesadas ambiciones personales. Que así sea, con la ayuda de Dios Padre y la asistencia del Espíritu Santo, para que Cristo Rey devuelva a España la Gracia perdida.


José Antonio Bielsa Arbiol

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Mariano traidor pagarás por tus traiciones
Anónimo ha dicho que…
ya nadie se acuerda de él, viviremos de sus rentas hasta el infinito