De cómo la Cía y otros lobbies, orquestaron la partitocracia en la transición (1): el PSOE moderno


           Alfredo Grimaldos, en 2006, se atrevió con un libro que intentaba desvelar la presencia de la Cía en la política española, se titulaba: La CIA en España. En él escribía esta inquietante reflexión: “Los servicios secretos norteamericanos y la socialdemocracia alemana se turnan celosamente en la dirección de la Transición española, con dos objetivos: impedir una revolución tras la muerte de Franco y aniquilar a la izquierda comunista. Este fino trabajo de construir un partido «de izquierdas», para impedir precisamente que la izquierda se haga con el poder en España, es obra de la CIA, en colaboración con la Internacional Socialista. El primer diseño de esta larga operación se remonta hasta la década de los sesenta, cuando el régimen empezaba ya a ceder, inevitablemente, bajo la presión de las luchas obreras y las reivindicaciones populares. El crecimiento espectacular del PCE y la desaparición de los sindicatos y partidos anteriores a la Guerra Civil, especialmente UGT y el PSOE, hacen temer una supremacía comunista en la salida del franquismo. Los cerebros de la Transición comienzan a marcarse objetivos muy concretos”. Cómo síntesis refleja con bastante exactitud la realidad de la transición democrática. Historiadores, sociólogos y politicólogos deberían explicar cómo es posible que de la nada, aparecieran dos partidos hegemónicos: la UCD y el PSOE.

Los servicios secretos norteamericanos y la socialdemocracia alemana se turnan celosamente en la dirección de la Transición española, con dos objetivos: impedir una revolución tras la muerte de Franco y aniquilar a la izquierda comunista.

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El caso de la Unión de Centro Democráticode Suárez es más escandaloso pues literalmente no tenía ningún precedente. Al Partido Socialista al menos se le conocían unos pocos centenares de afiliados clandestinos durante la transición. Pero ese número no era nada comparado con la marea clandestina del Partido Comunista. Abordaremos por tanto en este punto cómo se creo el bipartidismo en España. En principio, si se consolidaba ese proyecto la Reforma política del franquismo a la democracia resultaría una balsa de aceite. Sin embargo, la pata derecha del proyecto falló. La UCD fue incapaz de mantenerse en pie y Suárez dejó de ser el líder que quería representar. Indirectamente ello llevó a una inestabilidad aprovechada tanto por los nacionalismos moderados así como los radicales, unidos a una izquierda revolucionaria y armada. Desde la aprobación de la Constitución al intento del golpe de Estado, volveríamos a tener unos años agitados en el que el papel de Don Juan Carlos se terciaba indispensable, para bien o para mal.
Creando el bipartidismo: partidos de cartón piedra y financiación manchada con sangre
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Congreso de Suresnes
La lógica nos diría que primero tendríamos que hablar de la UCD, pero en esta historia sólo hay lógicas ocultas, por tanto debemos empezar a hablar del Partido Socialista.; ya que el que había ser Jefe de Estado de España, primero conoció a socialistas que a “centristas” (término que hasta la llegada de la UCD nadie conocía en España). Entre 1975 y principios de 1976, los embajadores de la República Federal Alemana y de Estados Unidos no paraban de visitar a Torcuato Fernández Miranda. La preocupación por lo que pasaría en España era más que evidente. Un año antes, en julio de 1974 había tenido lugar el famoso “Congreso” de Suresnes,  en el sur de Francia. Con toda la financiación  de fundaciones alemanas ligadas a la socialdemocracia, se dio un golpe de Estado al viejo PSOE de la Guerra Civil y se encumbraba a un joven Felipe González como líder del socialismo español.

Con toda la financiación  de fundaciones alemanas ligadas a la socialdemocracia, se dio un golpe de Estado al viejo PSOE de la Guerra Civil y se encumbraba a un joven Felipe González como líder del socialismo español.

XaOpQjjHTodo este proceso tenía el consentimiento de Estados Unidos que “necesitaba” un partido de izquierdas, moderado y controlable, en la adviniente democracia española. Años más tarde , en 1981, estallaría en Alemania y España el caso Flick: una gran trama de corrupción preparada por empresario alemán Friedrich Karl Flick. Había sobornado a todos los partidos políticos. Colateralmente se descubrió que una de sus fundaciones, la Fundación Friedrich Ebert (del partido socialdemócrata) había financiado ilegalmente al PSOE con un millón de Marcos. En 1978 el diputado socialdemócrata Peter Struck declaró otro diputado, Hans Juergen Wischnewski, habría entregado otros millón de marcos en persona a Felipe González. Ello provocó una de las frases más célebres de la nueva democracia española: “No he recibido ni un duro, ni una peseta, ni de Flick ni de Flock”. Posteriormente una comisión parlamentaria justificó este caso de corrupción y Felipe González fue eximido de responsabilidades en una votación parlamentaria. Todo el mundo se tapaba los trapos sucios. En una ocasión, rememorando los hechos, Felipe González aclaró: “Era dinero para una causa noble”.
Mejor era tapar esta cuestión que investigar de donde origen sangriento del dinero de los Flick. El fundador de la saga, el Padre de Friedrich Karl inició su fortuna gracias al ascenso al poder de los nazis en 1933, siendo el segundo emporio siderúrgico del III Reich (con 48.000 trabajadores forzosos durante la Segunda Guerra Mundial). Tras la derrota se negó a pagar indemnizaciones de Guerra. Respecto a las ramificaciones del escándalo en España, la revista alemana Der Spiegel publicaba en 1990 que las primeras entregas de Flick al PSOE procedían de los fondos reservados de los servicios secretos alemanes creados durante el gobierno socialdemócrata-liberal de Helmut Schmidt (1974-1982) y con el consentimiento de todos los partidos parlamentarios.

la revista alemana Der Spiegel publicaba en 1990 que las primeras entregas de Flick al PSOE procedían de los fondos reservados de los servicios secretos alemanes creados durante el gobierno socialdemócrata-liberal de Helmut Schmidt (1974-1982)

001Durante la transición, para la entrega encubierta de los sobornos, los servicios secretos alemanes utilizaron cuatro fundaciones políticas diferentes, entre ellas la mencionada Fundación Friedrich Ebert. A base de documentación falsa se “borraron” los rastros del origen del dinero. Las donaciones a España y Portugal ascendieron entre 1978 y 1981 a unos 3,3 millones de euros, según “Der Spiegel”. El socialismo español siempre estuvo en deuda con la social democracia Alemania y tarde o temprano el favor se devolvía. En 1986 Txiki Benegas, Secretario de Organización de PSOE y el presidente de Siemens se conocieron en la Moncloa. A través de una de sus fundaciones, según un informe del Ministerio de Hacienda español, la multinacional alemana pagó 972 millones de pesetas a varias empresas que tenían entre sus accionistas a personas vinculadas al entonces gobernante PSOE. A cambio, el Gobierno socialista concedía la construcción del AVE Madrid-Sevilla a la empresa alemana.
Antonio Muñoz Sánchez, autor de El amigo alemán, en su obra relata con todo lujo de detalles la connivencia de las grandes multinacionales alemanas y los gobiernos socialdemócratas para orquestar esta trama que permitió el surgimiento de un partido democrático. Así el PSOE pudo vivir en 1976 una expansión territorial sin prcedentes. La fundación Ebert financió y asesoró al Instituto de Técnicas Electorales, una sociedad anónima dirigida por Alfonso Guerra, organizó sus actos públicos y la primera campaña electoral. Al menos hasta la legalización del partido en febrero de 1977, aportó buena parte de los fondos que sostuvieron la infraestructura del PSOE, desde los alquileres de las 52 sedes provinciales, hasta el pago de los 104 salarios de su personal. En total, unos cinco millones de pesetas mensuales. El dinero alemán empezó a discurrir por la Fundación Pablo Iglesias, la Fundación Largo Caballero, y el Centro de Estudios de la Administración, gracias a lo cual se organizaron cursos donde miles de responsables nacionales, regionales y locales del PSOE y de la UGT aprendieron técnicas de organización, propaganda, retórica, finanzas, en más de 3.000 cursos organizados.

La fundación Ebert financió y asesoró al Instituto de Técnicas Electorales, una sociedad anónima dirigida por Alfonso Guerra, organizó sus actos públicos y la primera campaña electoral.

Saddam H enero 80 (6).jpgLa fundación Ebert creó también en Madrid un think-tank (IESA) dirigido formalmente por Javier Solana y pero llevado por el sociólogo alemán Harald Jung. La mayoría de los economistas, sociólogos, urbanistas o ingenieros que redactaron dichos informes se convertirían en asesores de los ministros socialistas a partir de diciembre de 1982. Antonio Muñoz Sánchez afirma en su obra que en pleno 2013: “el PSOE no permite el acceso de los investigadores a sus archivos para el período de la Transición. Pretende posiblemente con ello preservar su almibarada historia oficial, según la cual el apoyo exterior, y sobre todo de la socialdemocracia alemana, no influyó en absoluto en el espectacular renacimiento del partido tras la muerte de Franco, atribuido a la trayectoria centenaria del PSOE y su profundo arraigo en el pueblo español”. Otra de las grandes fuentes de financiación del PSOE en sus orígenes fue el socialista partido Baas, cuyo centro de gravedad estaba en la Irak de Sadam Hussein. Ahí viajó repetidas veces Alfonso Guerra en busca de fondos económicos. Una década después el propio Felipe González enviaría tropas contra Irak, a las órdenes de Estados Unidos.

Javier Barraycoa

(en Doble Abdicación)

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