Antonio Casado analiza su novela: El último linchamiento (ambientada en julio de 1936)






El 19 de julio de 1936 fue asesinado en Cartagena Juan Vicente Fernandez, más conocido como el Chipé. Una masa enloquecida se ensañó brutalmente con el cadáver, protagonizando uno de los sucesos más tristes y macabros que se recuerdan en la mencionada localidad murciana. Más de ochenta años después el abogado y escritor Antonio Casado Mena recrea esos terroríficos acontecimientos en una amena y vibrante novela: El último linchamiento, editada por SND Editores. Un viaje trepidante y vertiginoso al tórrido verano del 36.








Antonio Casado es doctorando en Derecho. Economista y abogado especialista en Derecho Penal. Autor junto a María Zabay del libro todos contra el Bullying. Publicó una colección de poemas, junto con otros poetas contemporáneos, titulado "REFLEJOS". Es comentarista habitual en la Opinión de Murcia, ha asesorado en artículos para el diario económico "Cinco Días" y atiende numerosas entrevistas a nivel nacional, así como chats de consulta jurídica en distintos medios de comunicación. Ha sido Director de la Cátedra de flamenco de Cartagena además de creador y Director artístico del Concurso Nacional de Saetas.



¿Por qué decidió escribir el libro sobre el linchamiento de un delincuente?

Por la inusitada reacción de mis congéneres y por el indudable escenario en el que se desarrolla: mi querida Cartagena. Me pareció mentira (aún me lo parece) que por las calles donde paseó tiempo atrás el Chipé sucedieran los hechos que aquí novelo. Siento escalofríos al imaginar que, si hubiera nacido unos años antes, yo mismo podría haber sido uno de aquellos testigos o, quién sabe, tal vez el propio Chipé.

¿Le motivaba hacer un libro de un antihéroe?

Sí, aunque con el mismo cariño lo habría escrito sobre un héroe.

Un personaje que es toda una leyenda en Cartagena...

Claro, es un personaje que es leyenda viva de la ciudad de Cartagena para lo bueno y para lo malo, por eso mismo debe ser recordado. Además es muy significativo no olvidar nuestra historia, sobre todo para no tener la desdicha de volver a repetirla.

Un hombre con muchos enemigos, entre ellos los de su misma raza gitana...

Sí, claro. Tenía bastantes enemigos, sobre todo por su condición de delincuente y proxeneta. Este perfil típico de persona no suele destacar por tener grandes amistades, aunque si bien es cierto a los que él consideraba sus jefes o las personas a las que debía proteger lo hacía con lealtad.

Su vida sórdida no justifica en ningún caso la cruel venganza popular...

No. Nunca. Aunque ya sabe usted que en esta tipología de asesinatos en los cuales el sujeto es la masa y por tanto el criminal se puede decir que no existe como individuo, aparece una justificación a posteriori, resaltando algún detalle negativo de la víctima a fin de descargar conciencias.

¿Puede narrar brevemente su muerte y linchamiento?

Casi 2000 personas pidieron su muerte en la puerta de comisaría el 19 de julio del 36. Fue conducido en un coche de la policía desde la comisaría al penal de San Antón. Dentro del coche le pegaron un tiro en la base del cráneo. Lo sacaron del vehículo y lo dejaron tirado en el suelo. La turba cogió una soga de grandes dimensiones y lo arrastró por las calles de Cartagena antes la pasividad de los oriundos. Se le mutiló. La carrera fue un amasijo de carne. Se le tiró al mar. Se le colgó en una terraza para exponerlo públicamente. Se le echo gasolina y se le prendió fuego.

¿Qué buscaban en el fondo con un episodio tan cruel?

Nada. El odio del hombre es atemporal, y cualquier motivo puede servir de excusa para descargar iras acumuladas contra otros, ya lo advirtió Hobbes: el hombre es un lobo para el hombre.

Los hechos se produjeron justo un día después del alzamiento nacional...

Sí, aunque en Cartagena aún la situación no estaba totalmente decantada, pero sucedió algo verdaderamente extraordinario al inicio de la contienda: los comités antirrevolucionarios y antifascistas, la marinería, los auxiliares, los cabos, los sindicalistas, los anarquistas y gentes comprometidas en su mayoría con logias masónicas tomaron el mando de la ciudad, ante la pasividad de los oficiales y generales.
Firmando libros

¿Qué hecho histórico de todos los que relata en su novela es el que más le ha gustado o llamado la atención?

Que en abril de 1936, tres meses antes de la contienda, una manifestaciones del partido comunista en la calle mayor, ocasionó altercados contra los cofrades, donde volaron vajillas completas y hubo lesionados, carreras, sustos y desmayos varios. Además, esa misma noche, estos mismos comunistas y otros que gritaban ¡Muerte a España, Viva Rusia! fueron a la Iglesia de Santo Domingo a destrozar todo lo que se encontraran en su camino. Allí se encontraron con un teniente de navío bajo el dintel de la puerta principal y desenfundó su pistola reglamentaria para detenerlos.

¿Está pensando ya en escribir otro libro?

Claro. Un escritor nunca puede dejar de pensar en escribir. De hecho he arrancado ahora a escribir una tesis doctoral sobre el uso político de la prisión provisional y del renacer del derecho penal del enemigo. Además, tengo el primer borrador de una novela cuyo contenido aún no quiero desvelarle.








Javier Navascués Pérez

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