ARAGÓN MASÓNICO: LA CASA DE UN MASÓN DECIMONÓNICO EN ALHAMA DE ARAGÓN



Bien conocida por sus aguas termales y por sus fastuosos balnearios modernistas, la bonita población de Alhama de Aragón (Zaragoza) no está exenta de otros exclusivismos que la tornan lugar muy especial para el sibarita. A pocos pasos de la casa natal del gran compositor de zarzuelas Pablo Luna, nos topamos con uno de estos hitos singulares: la casa solariega de un masón, como suena.

La fachada del edificio acusa una traza tradicional, elegante y esbelta, vigorizada por una jerarquía en alturas que diferencia bien las plantas principales de la superior. Pero es preciso aguzar la vista y detenerse en las marcas del suelo de la primera planta: al mirar con detenimiento dicho zócalo corrido, advertimos una simbología muy familiar: escuadras y compases, niveles y plomadas, mazos, el ankh, la letra G (cuyo valor numérico es 3, y hace referencia al dios-geómetra-arquitecto de los masones), etcétera. Esta simbología masónica, que seguramente pasará desapercibida para cualquier paseante despistado (como desapercibida ha debido pasar para buena parte de los alhameños), nos saca de nuestro atolondramiento termal y nos devuelve a la realidad del mundo semi-oculto de los arcanos masónicos: la realidad de una masonería operante y altanera, tan segura de su hermetismo que, hará un largo siglo y en un pequeño pueblo de Aragón, no tuvo empacho alguno en mostrar de fachada afuera su iconografía siniestra y herética: el masón propietario de esta casa (piedra perfectamente escuadrada y pulida) manifestó así su superioridad integral con respecto a sus convecinos (incultas piedras sin pulir). 



Nuestra curiosidad expectante quedó satisfecha cuando supimos, por boca de la actual propietaria de la casa, que de la misma "había sido dueño uno de la masonería". Confirmada la evidencia, seguimos nuestro paseo calle abajo.


José Antonio Bielsa Arbiol

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