Españoles:
Yo os pregunto: ¿qué es una
frontera? ¿Acaso una línea imaginaria trazada sobre el mapa? ¿O un mero límite
psicológico donde acaba el territorio nacional? ¿Tal vez un deber y una
responsabilidad histórica, de la que sólo somos meros usufructuarios? Al fin y
al cabo, ¿qué es una frontera, reitero? ¿Cuál es su significado último?
Me dirijo también a los
propietarios, a los arrendatarios y a todas aquellas buenas gentes que habitan
y disponen de una vivienda, un espacio parcelado o un bien mueble. Cuando cerráis
con doble vuelta de llave la puerta de vuestra vivienda, adquirida tras largos
años de privaciones, hipotecas y sacrificios varios, cuando extraéis la
referida llave del bombín de la cerradura, la LEY os ampara, ¿verdad? EL DOMICILIO ES
INVIOLABLE, dice el artículo 18 de nuestra Constitución. La vivienda,
núcleo espacial íntimo de esa célula capital de nuestra sociedad que es la
familia, debe ser protegido, custodiado, vigilado. Españoles, pensad bien que
si tales precauciones tomamos por un piso de 90 m2 , ¿acaso vamos a hacer
DE MENOS algo mucho más grande, significado y vital como es el domicilio
de todos los españoles, nuestra Patria común? ¿Vamos a dejar las puertas
abiertas, con qué fin? ¿Filantropía? ¿Buenismo? ¿Irresponsabilidad? ¿Atracción
por el caos y el abismo? ¿Autodestrucción de aquello que tantos siglos de
sangre de patriotas ha costado levantar, afianzar y preservar?
Españoles: la sociedad española
acusa un grave periodo de crisis. Me resisto a creer que estemos inmersos en
una fase decadente de disolución irreversible. Somos fuertes, ya lo dijo
el "Canciller de Hierro", Bismarck: España es el país más
fuerte del mundo: los españoles llevan siglos intentado destruirlo y no lo han
conseguido. En el devenir de los siglos, a España la han hecho fuerte sus
singularidades sin parangón en el orbe: su sustrato romano, su esencia católica
y su deber histórico, de evangelizadora y civilizadora: me refiero a la idea de
la Hispanidad.
El globalismo aplanador y el
capitalismo tras-nacional aborrecen a España, y la aborrecen porque
España fue forjadora de libertades, luz de los oprimidos, maestra y
pedagoga de los pueblos, fiel depositaria de la Tradición Católica ,
Apostólica y Romana, y que consolidada en los pilares de la monarquía
hispánica, supo defender por siglos el mapa y el territorio imperial, desde
Covadonga hasta los últimos confines de ultramar. Esto fue ayer. Hoy, España es
algo mucho más menudo, encorvado y venido a menos. Pero el núcleo, ese hueso
duro de roer, persiste y perdurará.
Españoles, somos la remanente de
una realidad llamada España, y nuestros héroes, la vanguardia de la misma.
Pensemos en estos héroes por los que hoy estamos aquí reunidos. ¿Qué habríamos
hecho nosotros en su lugar? ¿Defender el domicilio o dejar las puertas
abiertas? Cuestiones candentes que deberíamos meditar con total sinceridad.
José Antonio Bielsa Arbiol
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