Javier Santamarta rescata del país del olvido a grandes héroes de España



Decía Paul Claudel que la juventud no fue hecha para el placer sino para el heroísmo. Y esto es aplicable a cualquier edad, pues el espíritu heroico cincelado en la mocedad no debe desaparecer nunca, aunque nuestras fuerzas físicas decaigan. Y mucho más en España, que lleva grabada a fuego en su idiosincrasia la defensa de los más grandes ideales.
Politólogo y diplomado en Protocolo, el escritor Javier Santamarta del Pozo realiza un merecido homenaje a algunos grandes héroes españoles escogidos, unos muy conocidos y otros completamente ignorados por el gran público. Siempre tuvimos héroes, un libro esperanzador que nos hace sentirnos orgullosos de España y del corazón grande y generoso de sus gentes. En esta entrevista reflexiona sobre las entrañas de su libro y el espíritu que le llevó a hacerlo.
¿Por qué un libro sobre nuestros héroes?
Porque nos hace falta. Nos hacen falta héroes en los que mirarnos. Héroes que nos sirvan de ejemplo en un momento en el que el relativismo parece invadirlo todo. Si además hablamos de héroes que han quedado olvidados de manera inexplicable en nuestra Historia, o de hechos que, aunque conocidos, parece que pasan desapercibidos y que ni siquiera se estudian en los programas educativos, creo que un libro como Siempre tuvimos héroes era más que necesario.

Siempre tuvimos héroes, ¿acaso alguien lo duda?

¡Mucha gente lo duda! No hay más que ver el pasado día 12 de octubre, Fiesta Nacional española, pero también el día en que se conmemora la Hispanidad, para darnos cuenta de que la duda acaba convertida en ignorancia. Una ignorancia tremenda de quien sólo quiere ver aspectos negativos de lo que es inevitable que tenga más de una cara. Si a la epopeya americana se le quita el grito del dominico Montesinos, el testamento de Isabel la Católica, las Leyes de Burgos de 1512 bajo el amparo de Fernando el Católico, la Escuela de Salamanca y el nacimiento del Derecho Internacional Humanitario, la expedición de Balmis contra la viruela, o personajes como el sacerdote polímata Celestino Mutis… es inevitable que piensen que nunca los tuvimos.

¿Qué entiende usted por héroes?

Héroe es todo aquel que lleva a cabo una tarea con la idea puesta en un bien mayor, siendo muchas veces él mismo inconsciente de la trascendencia que sus actos van a tener. Un verdadero héroe no busca serlo. Muchas veces lo es a su pesar. Pero acaba siéndolo. Recuerdo cuando el hoy general retirado Antonio Velázquez, uno de los personajes del capítulo sobre la primera Misión Internacional Humanitaria de nuestras Fuerzas Armadas, que tuvo lugar durante la Guerra del Vietnam, en una entrevista en que coincidimos en la COPE dijo con una humildad increíble que a ellos les dijeron que había que ir allí a hacer una labor, la hicieron, y cuando les dijeron de volver, así hicieron. Lo que no cuenta es lo increíble de esa labor que llevaron a cabo.

En la labor humanitaria destaca España entre todos los países…

España siempre ha estado muy volcada en los aspectos humanitarios. No en vano hoy en día seguimos siendo, por ejemplo, el primer país en número de donantes de órganos desde hace 26 años. La solidaridad es algo innato pese a que se piense lo contrario debido a tanto tópico. Y que sea precisamente en España donde surge el Derecho Internacional Humanitario es algo de lo que deberíamos de estar orgullosos. El dominico Francisco de Vitoria, o los jesuitas Francisco Suárez o Luis de Molina, son ejemplo de una acción que trascendió las fronteras y se hizo global.

No se hace siempre sólo por ayudar el hombre sino por Dios, la patria....

Las motivaciones, es cierto que pueden en un principio ir pensadas sobre la base de aspectos que, en cualquier caso, pueden ser perfectamente compatibles. En un capítulo trato la figura de San Francisco Javier, cuya motivación por la evangelización y el conocimiento de los principios de la religión católica no fueron incompatibles con la labor educativa que lleva a cabo. Se puede tener un mandato por y para la patria, y sin embargo ayudar al hombre como hicieron tantos diplomáticos españoles durante la Segunda Guerra Mundial.

¿Qué es lo que quiere transmitir con este libro?

 Más que transmitir quise recuperar a toda una serie de personajes increíbles que habían quedado inexplicablemente olvidados por la Historia. Y lo que es peor, por todos nosotros como compatriotas suyos. Es verdad que, en el Prefacio del libro, un auténtico Capítulo Cero, hago una vindicación de que tenemos muchos motivos para estar justamente orgullosos de ser españoles. La Leyenda Negra ha transmutado hoy en día en algo mucho peor: la Hispanofobia. Creo que tenemos que luchar contra algo tan terrible como injusto. No de manera patriotera. Sino con hechos y personas como las que aparecen en Siempre tuvimos héroes.

¿Qué puede aportar al lector conocer a estos héroes?

Creo que cualquier lector se va a encontrar de primeras con un sentimiento de admiración hacia quienes han sido tan ejemplares. Aportará la satisfacción por comprobar que en la Historia no sólo podemos encontrar actos terribles. Incluso cuando estamos ante actos terribles, como han sido las guerras, podremos encontrar acciones encomiables como la efectuada por el rey Alfonso XIII durante la Primera Guerra Mundial, por la que acabaría siendo nominado al Premio Nobel de la Paz. O la del comandante médico Fidel Pagés, que tras su experiencia en la Guerra del Rif acabaría siendo el inventor de la anestesia epidural.

¿Hasta qué punto se pueden emular en la vida cotidiana?

¿Cuándo puede una vida considerarse como cotidiana? Miles de cooperantes españoles, al igual que los miembros de nuestras Fuerzas Armadas en sus misiones internacionales, o la de tantos misioneros religiosos repartidos por todo el mundo, tienen por cotidiano un día a día en que ellos mismos son también héroes. Aunque no sean conscientes de ello. Si cada uno de nosotros también queremos ser mejores en lo que estemos empeñados, como todos los protagonistas de Siempre tuvimos héroes lo fueron, haremos de nuestra cotidianidad algo ejemplar.

¿Por qué ha acotado el tiempo desde 1085 hasta 1971?

A la hora de buscar actos, eventos o personajes, la verdad es que durante esos mil años había un buen surtido. Pero me pareció trascendental la creación de la Escuela de Traductores de Toledo como evento más antiguo tratado por lo que supone de recuperar el Humanismo sin el cual el Humanitarismo no hubiera sido posible. Es un buen punto de inflexión en la Historia de España, pero también universal. El hecho de acabar cronológicamente con la primera misión moderna de nuestras Fuerzas Armadas, tan cercana y tan desconocida, creo que era un buen colofón desde el punto de vista histórico.

¿Qué criterios ha utilizado para seleccionar los diferentes capítulos y personajes de su libro?

El único criterio es que supusiera una aportación al Humanitarismo de una u otra manera y que incluso trascendieran los actos narrados, a nuestras fronteras. Que fueran unos hechos o unos personajes que pudiéramos considerar como universales. Creo que todos ellos lo son de una u otra manera. ¡Cómo no lo va a ser el inventor de la anestesia epidural o un Juan Luis Vives! ¡Cómo no dejar constancia de la trascendencia de los actos de todos los protagonistas de ¡Siempre tuvimos héroes!

De todos ellos, ¿cuál sería su héroe favorito?

Sería complicado, pues todos tienen un halo muy especial. Si tuviera que quedarme con uno sería seguramente con el inquisidor burgalés Antonio de Salazar y Frías. Este dominico sería el que, tras los famosos juicios de las llamadas brujas de Zugarramurdi, lograría que no se volvieran a repetir actos ninguno de este tipo mucho antes que en cualquier país del mundo. Fue un ejemplo como humanista, como jurista, como religioso y como persona. Es un personaje ciertamente fascinante.

¿Quiere añadir algo?

Tan sólo que espero que todos los lectores disfruten con estas vidas ejemplares, y que espero que se sorprendan tanto como me sorprendieron a mí cuando iba estudiando e investigando acerca de cada uno de ellos. Y que tras la lectura de Siempre tuvimos héroes espero que también se sientan justamente orgullosos de ser españoles en un momento en el que parece que tal cosa es de una incorrección política absurda.


Javier Navascués Pérez 

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