No caigamos de nuevo en el mismo error




Reproducimos este artículo de Bruno M. publicado en InfoCatólica digno de tener muy en cuenta a la hora de decantarse hacia opciones que puedan resultar atractivas. Y eso que el análisis solo contempla las cuestiones relativas a la moral y a la Religión. Habrá que analizar la cuestión política que también tiene su qué.

Acabo de leer las cien medidas urgentes del partido Vox, anunciadas en el acto del pasado fin de semana que tanto revuelo causó en los medios de comunicación. Como todas las propuestas de partidos políticos, se trata de un cajón de sastre. Junto a varias ideas probablemente acertadas y de sentido común, hay otras a mi entender bastante desaconsejables. Como corresponde a un partido con pocas probabilidades de gobernar, tanto entre las deseables como entre las desaconsejables hay unas cuantas completamente inviables en la práctica y supongo que sus mismos autores son conscientes de ello.
En cualquier caso, siendo este un blog de temática fundamentalmente religiosa, lo apropiado es analizar las propuestas que tienen un aspecto moral y las que están relacionadas con el catolicismo. Estas últimas son fáciles de analizar, porque no hay ninguna, así que nos centraremos en los aspectos morales. Moralmente hablando, lo que salta a la vista es una sensación de déjà vu.
Hasta donde puedo ver, todas esas cosas que propone VOX las habría firmado el PP hace diez años sin problemas. Desgraciadamente, pues, se va confirmando mi impresión inicial de que VOX podría ser simplemente un PP que “progresa” un poco más lentamente o que “conserva” lo que los progresistas implantaron hace quince años en lugar de cinco años atrás, como el PP. La oferta de VOX se ve igualmente afectada por la ideología de género, liberalismo, aborto a voluntad, nuevos tipos de familia, etc., todo ello ligeramente camuflado con vagas apelaciones a la defensa de la vida y a lo mucho que les gusta la familia y sospechosos silencios en temas concretos (no sea que les acusen de “prohibir” algo). Es decir, aparentemente la misma oposición a las medidas socialistas mientras los socialistas están gobernando, pero dejando la puerta abierta a conservar luego esas medidas cuando gobiernan “los nuestros”, que era justo la táctica del PP. 
A mi juicio, votar al PP pensando que era mejor que los otros (a pesar de estar igualmente infectado por el abortismo, la ideología de género y el convencimiento de que lo más importante en la vida es el bienestar económico) ya era completamente absurdo y llevó a la destrucción del voto católico (y, de paso, de la conciencia moral de esos votantes). A fin de cuentas, es imposible estar defendiendo durante años y años a un partido que favorece terribles males morales, con la excusa de que es de derechas y la convicción de que lo que verdaderamente importa es la economía, sin que la propia conciencia se vaya apagando poco a poco.
Gracias a Dios, ya quedan pocos católicos serios que no se hayan dado cuenta de que el PP es indistinguible moralmente de los partidos de izquierda y quizá mucho más peligroso, por su proceder taimado. Volver a caer ahora en exactamente el mismo engaño con VOX es de locos. El votante católico español parece ser el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra y, además, lo hace con un entusiasmo tan ingenuo como imperturbable, digno de mejor causa. Las buenas intenciones son estupendas, pero no bastan. 
Como es lógico, se puede discutir hasta la saciedad sobre pequeños detalles: si sería maravilloso que en la sanidad pública no se realizaran abortos (como si los niños no murieran igual en clínicas privadas), si ya es hora de “integrar” a las personas con síndrome de Down (mientras se sigue permitiendo matarlos antes de nacer), si dar cien euros a las madres por cada hijo tiene sentido (mientras se mantienen las causas sociales y morales profundas de la caída de la natalidad), por ejemplo. Como decía, también en el ámbito puramente político podemos encontrar en sus propuestas cosas concretas acertadas, al igual que otras a mi juicio desacertadas. En lo que a nosotros nos importa, sin embargo, la sustancia parece estar clara: el mismo perro con distintos collares.
Ojalá me equivoque, pero todo me hace pensar que no lo hago. A fin de cuentas, la ventaja de una situación ya vivida que se repite es que sabemos lo que va a pasar. Si queremos engañarnos, siempre vamos a encontrar algo a lo que agarrarnos, pero quizá sería mejor dejar de engañarse. Y eso incluye no apoyar a los que, en el mejor de los casos, se avergüenzan de la moral católica y, en el peor, la odian con el mismo odio que los demás pero algo mejor disimulado. 

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