Nos adentramos en el mundo de la traición que aunque tiene la misma etimología que la tradición, es lo contrario. En el siglo actual traidores tenemos por todas partes, han traicionado la tradición de nuestra Patria, por el liberalismo que todo lo destruye.
También recuerda la noticia cómo un traidor como fue Antonio Pérez, desestabilizó instituciones aragonesas que, aunque ya muy viciadas por el paso de los siglos, aun conservaban cierta utilidad y cómo la traición de este sujeto al Rey contribuyó a la destrucción de esas instituciones y con el tiempo a su desaparición; lo cual, mutatis mutandis, nos recuerda al nacionalismo catalán con el estado moderno. Que aunque ese estado moderno fue perverso y destructor en su origen y en su desarrollo en la actualidad se encuentra muy decadente y debil, aun así, al no poder existir ya la cristiandad, no deja de ser un freno, mal que nos pese, ya que conserva algunos elementos de politicidad natural frente a la destrucción por la absorción del mundialismo por un lado y la segregación por los nacionalismos periféricos por otro, como es el caso del catalán y el vasco.
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