ZARAGOZA CONVERTIDA EN UNA "PISTA AMERICANA"



El diario Heraldo de Aragón ha informado de dos atropellos producidos en nuestra ciudad el pasado jueves. A primera hora del pasado jueves, una mujer de 66 años resultó lesionada al ser embestida por un patinete eléctrico conducido por un joven de 18 años en la calle Alfonso I. A las 19:35 horas aproximadamente del mismo día, un hombre de 60 años era arrollado por una bicicleta en el paseo de Sagasta de Zaragoza, cuando cruzaba un paso de cebra. En ambos casos, gracias a Dios, los afectados han sufrido lesiones relativamente leves y han podido ser trasladados de inmediato para ser atendidos en centros hospitalarios.  De acuerdo con la estadística facilitada por la Policía Local de Zaragoza, el año pasado ha repuntado el número de atropellos en nuestra ciudad en torno a un 9 %. Las dos noticias indican que se practicó la prueba de alcoholemia a los causantes del atropello, y que los resultados fueron negativos. No me extraña. El problema no está ahí, sino en la actitud antisocial de los jóvenes - y menos jóvenes - que tienen prisa, y que no pueden esperar a que exista un espacio razonablemente suficiente para adelantar a otros vehículos o a otros peatones. Zaragoza se está convirtiendo en una auténtica"pista americana", en particular para las personas más vulnerables, aquellas que tienen dificultades de movilidad, que tienen que desplazarse más despacio. Somos los más verdes, los más sostenibles, los más pro energías renovables, ... pero ¿todo esto contribuye de verdad a un hábitat más humano para quienes convivimos en la ciudad? No basta con sembrar la ciudad de carriles-bici, aquí y allí; por no hablar de Su Majestad El Tranvía, ante el que uno siente el impulso interior de gritar, cuando se aproxima, aquello de "¡Paso a la justicia del rey¡".  ¿Cómo van a afrontar esta situación las autoridades? Probablemente sobrerregulando, como siempre, lo que llaman pomposamente el "uso del espacio público". Con un poco de suerte nos girarán una tasa a los andarines o peatones empedernidos por el desgaste que causamos en el pavimento. ¡Quién sabe¡

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