Un tribunal
auspiciado por Naciones Unidas ha declarado a dos líderes de los Khemeres Rojos de Camboya culpables de
genocidio, casi cuatro décadas después de que fuera derrocado el régimen ultramaoísta que organizó los campos de
exterminio, inmortalizados por Roland JOFFÉ en su película The Killing Fields (1984, título traducido al español como Los Gritos del Silencio).
La mayoría de
las víctimas del régimen, que gobernó el país entre 1975 y 1979, murieron de
hambre, tortura o enfermedad en campos de trabajo o fueron asesinadas a golpes
durante ejecuciones en masa. Entre 1,7 y 2,2 millones de personas, casi una
cuarta parte de la población, murieron durante este período.
Las Cámaras Extraordinarias en los
Tribunales de Camboya (ECCC, por sus siglas en inglés) dijeron que el “Hermano Número Dos” de los Khemeres Rojos, Nuon CHEA, de 92 años, y
el expresidente Khieu SAMPHAN, de 87 años, fueron culpables de genocidio contra
la minoría musulmana cham y el pueblo
vietnamita, y de crímenes de lesa humanidad. El tribunal los ha condenado a
cadena perpetua. Los dos acusados, que rechazaron las acusaciones, ya cumplían
cadena perpetua por condenas en 2014 por crímenes de lesa humanidad, en
relación con la evacuación forzosa de la capital Phnom Penh, después de la toma
del poder por POL POT en 1975.
Durante años,
hubo un debate entre expertos legales sobre si los asesinatos de los Khemeres Rojos constituían un genocidio,
ya que la mayoría de sus víctimas eran compatriotas camboyanos. El tribunal ha
determinado que mientras permanecieron en el poder, los Khemeres Rojos desarrollaron una política de atacar a los pueblos cham y vietnamita para crear “una sociedad atea y homogénea sin
divisiones de clase”, dijo el juez Nil NONN en el veredicto.
Nuestros
escolares conocen los juicios de Nüremberg, que versaron sobre los crímenes del
régimen nazi. ¿Conocen los crímenes del comunismo que, por desgracia y a
diferencia del nazismo, sigue siendo un peligro real? ¿No? Supongo que todos
ustedes conocen la razón.
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