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de SND Editores: “las armas al separatismo se las ha proporcionado la propia Constitución” |
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Editores
Javier
Barraycoa sociólogo, politólogo y profesor universitario, se
ha dado a conocer en los últimos años por combatir con argumentos
históricos el relato del nacionalismo catalán y por estar al pie
del cañón en la lucha del asociacionismo para evitar que el
separatismo “batasunice” Cataluña. Ahora nos sorprende con un
nuevo libro “La Constitución incumplida” (Ediciones
SND, 2018)
¿Por qué ahora un libro sobre la Constitución
española?
Celebramos el 40
aniversario de su promulgación. Por tanto, ha durado más que el
franquismo. Es momento de hacer una revisión de sus resultados y
más cuando su legitimidad se ha erosionado de forma acelerada en muchos espectros
políticos. En el fondo la pregunta sobre la Constitución no deja
de ser un cuestionarse la
Transición. ¿Ha servido la Constitución para lo
que fue diseñada? ¿Hemos llegado hasta donde llegado gracias a la Constitución , o por
culpa de la Constitución ?
¿Y cómo se
posiciona usted?
Se me acumulan los juicios
y los matices. Intentaré ser sintético y lo menos farragoso posible. La
pregunta esencial es si la transición es un proceso que todavía no ha acabado,
o bien si es el Régimen que se buscaba con el diseño de la actual Constitución
vigente. Desde la perspectiva que uno se sitúe, la Constitución será una
arquitectónica a proteger o a liquidar.
Explíquese, me he
hecho un lío …
(Risas) Es relativamente
sencillo. Si la transición es un “proceso” interminable, para muchos hay que
protegerla y como mucho rectificar los “errores” o “excesos” como las
autonomías. Para los que así piensan, la Constitución hay que
protegerla y devolverla al original consenso que permitió su redacción
(incluyendo con el visto bueno de los nacionalistas catalanes). Para
otros, la izquierda y nacionalistas, la transición es un régimen acabado y
desgastado. Ya no puede evolucionar según sus expectativas y por tanto hay que
liquidarlo. Para ellos el “consenso” que se logró en la transición
fue fruto de la presión del franquismo aún fuerte y vivo, sin Franco, y ahora
no obliga a las nuevas generaciones.
“Los que se
quejan de que los gobiernos centrales han cedido demasiadas competencias a los
nacionalistas, tienen que aceptar que lo hicieron de forma constitucional y
legal”
¿Y cuál es su
postura?
Complicada para que mucha
la gente la entienda. Los que se quejan de que los gobiernos
centrales han cedido demasiadas competencias a los nacionalistas, tienen que
aceptar que lo hicieron de forma constitucional y legal. La Constitución ya
contiene en sí misma todos los excesos que produce. Y tumbar la transición,
abriendo el melón constitucional, es permitir que la izquierda -que mantiene la
hegemonía cultural y política debido a la debilidad mental de la derecha
conservadora- articulara un régimen sin consensos.
¿Cuáles son pues
las debilidades de la
Constitución actual?
Muchas y en el libro las
describo. En primer lugar, fue tutelada por potencias extranjeras, lo cuál
destruye el mito de la “voluntad popular”. En segundo lugar, es un texto que
surge de unas Cortes ordinarias y no Constituyentes, con lo cual “nuestra
legalidad es ilegal” desde de su inicio. Tercero es un texto en
algunos puntos absolutamente blindados y en otros absolutamente abstractos que
al desarrollarse en leyes concretas generaron contradicciones irresolubles. En
definitiva, es una boba de relojería que tarde o temprano tendría que estallar.
Lo único que salvó la detonación fue el consenso y de hecho que en realidad
existieron dos transiciones.
¿Qué significó ese
“consenso” y que en realidad existieron “dos transiciones”?
El “consenso del 78” consistió en que la
democracia y la izquierda podían entrar en la vida política, y a cambio no
habría revoluciones radicales. En contra posición, no se juzgaría al franquismo
ni a los franquistas. Otra lectura menos idílica es que el
“consenso” consistía en que todos callaban las corruptelas de todos. Se
establecía un bipartidismo (al estilo de la restauración de Cánovas) y se hacía
la vista gorda con la
Jefatura del Estado que no podía ser tocada ni por izquierdas
ni derechas. Evidentemente el “consenso” en estos dos sentidos ha saltado por
los aires. Respecto a las dos transiciones está claro. La primera Transición
-la deseada por el franquismo- murió con el golpe del 23-F. A partir de ahí se
inicia una que en el libro propongo como aquella en la que la izquierda
consigue su hegemonía cultural y deja a la derecha acomplejada y descolocada.
La transición que quiere derrocar la izquierda, es la que ha
dirigido la propia izquierda junto al nacionalismo. He aquí la paradoja.
“La primera Transición -la deseada
por el franquismo- murió con el golpe del 23-F. A partir de ahí se inicia una
que en el libro propongo como aquella en la que la izquierda consigue su
hegemonía cultural” En su libro habla de que el actual sistema
constitucional se puede definir como una “crisis permanente” …
Si. Ya he advertido que la Constitución es un
marco legal lo suficientemente difuso para que permita que las leyes sean
interpretadas hechas y desechas al antojo de oligarquías y partidos. Una de mis
denuncias es que la
Constitución consagró a los partidos políticos sin ponerles
límites. Esto es, consolidó la partitocracia. Para que vean. En
Inglaterra hay unos 30.000 políticos. En España se calcula que unas 300.000
personas viven de la política. Los partidos reciben de los
presupuestos del estado anualmente unos 200 millones de euros, pero en los
portales de transparencia solo aparecen reflejados poco más de 80 millones.
Vivimos en el simulacro permanente. Cuando los miembros del tribunal de Cuentas
los nombran los partidos políticos, no hay nada que hacer.
Vayamos ahora al
problema que preocupa a la mayoría de los españoles, el de las autonomías, ¿Qué
soluciones nos proporciona la
Constitución ?
¿Qué decir? Sin ser
expertos en constitucionalismo ya se ve claro que no hay solución. Es una
falacia pedir un referéndum para que se anulen las autonomías. Las
autonomías son parte del ordenamiento jurídico de la Constitución. Por
mucho que no gusten son parte de la Constitución y anularlas significaría una
transformación casi imposible de la misma. Además, el texto,
volvemos al principio, es contradictorio. El artículo 143 de la Constitución limita
las transferencias. En cambio, el artículo 150.2 admite prácticamente todas las
transferencias a las autonomías. Por otro lado, el artículo 130, que
posibilitaría el control de las transferencias no está desarrollado ni hay
voluntad política de hacerlo.
Desde el principio de este
régimen de transición constitucional, el Estado se ha agitado en una cuestión
sin solución: contentar a los más ofendidos por las ventajas que obtenían los
nacionalistas y frenar a las autonomías más nacionalistas, poniéndolas en orden
de igualdad respecto a otras comunidades. El equilibrio o “consenso” sólo ha
llevado a crear reinos de taifas con todo tipo de prebendas para que nadie se
quejara. Todo iba bien hasta que el Estado ha entrado en quiebra económica y
las comunidades nacionalistas han sido desleales con el “espíritu de la
transición”.
“El artículo 143 de la Constitución limita
las transferencias. En cambio, el artículo 150.2 admite prácticamente todas las
transferencias a las autonomías”¿Pero puede el Estado recuperar
competencias?
Cuando el Estado ha
realizado transferencias y ha otorgado la posibilidad de normativas estatuarias
respecto a esas competencias, la recuperación de las mismas es prácticamente
imposible a menos que sea por la fuerza o porque la propia comunidad lo
solicite.
En 1985 el gasto público
del Estado (excluyendo el gasto de la Seguridad Social ,
un 38%) era el 41% del gasto total frente al 10% de las Comunidades Autónomas.
En 2010, las autonomías habían absorbido un 35% de los presupuestos del Estado.
Eso significa mucho poder y clientelismo. El mal ya está hecho y es
prácticamente irreversible, a menos que una quiebra total permitiera una
reforma integral del sistema político.
Deducimos que no
hay marcha atrás …
No es cuestión de dar
marcha atrás ni marcha adelante. Es un problema más grave. ¿Cómo pueden existir
en España 17.000 políticos aforados y en Alemania Reino Unido o Estados Unidos
ninguno?
Pero algunos
proponen que se han hecho mejoras democráticas, como los portales de transparencia,
las Iniciativas Legislativas Populares (ILPs) …
(Risas) Aunque no se lo crea la Ley de transparencia no
contempla sanciones a políticos o funcionarios que la incumplan. Simplemente
señala qué serían malas prácticas. Hasta la propia ley prima el
derecho a la intimidad que al de transparencia. Para partirse de risa con esta
ley. Respecto a las ILPs es una tomadura de pelo. En 30 años se han presentado
89 ILPs al Congreso. 65 no fueron admitidas; 16 se retiraron sin explicación y
quedan 7 pendientes. Esto sí, en Cataluña la ILP autonómica que prosperó fue la que sirvió
para prohibir los toros.
Ante este panorama
el libro propone algo, o nos deja tirados en la miseria …
El libro propone que esta
Constitución caerá sí o sí, por mucho que parezca eterna. La de 1876 que
consagraba la monarquía constitucional y el bipartidismo (muy parecida a la
situación actual) duró hasta 1931. El sistema estaba tan desgastado que la República llegó sola.
Confiar en que defender a ciegas esta Constitución nos librará del separatismo,
es no haber caído en la trampa. Los separatismos son las palancas
que la izquierda para derrumbar la monarquía y establecer una nueva república. Eso
lo llevan en el ADN. Y las armas al separatismo se las ha proporcionado la
propia Constitución. Tarde o temprano se exteriorizará un conflicto que ya está
latente. Lo que hay que hacer es armarse intelectualmente y ser más audaces que
la izquierda el complaciente conservadurismo de derechas. Si la hegemonía
cultural de la izquierda y el seguidismo de la derecha es indiscutible, es hora
de plantearse una tercera vía para no caer en la perversa dialéctica
derecha-izquierda / monarquía-república.
Lo pone difícil …
Nunca nadie dijo que
salvar España fuera fácil.
Javier Navascués
Pérez
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