José Andrés Alvaro Ocáriz nos acerca a la figura del escritor tradicionalista Francisco Navarro Villoslada
José Andrés Alvaro Ocáriz nació en
San Sebastián. Realizó los estudios de Magisterio con la especialidad de
Filología Francesa y posee la
Licenciatura en Filología Hispánica. Ha impartido la docencia
durante veinticinco años en diversos colegios e institutos de Aragón,
Barcelona, Navarra y País Vasco. Ha trabajado en el
Servicio de Programación, Investigación y Desarrollo lingüístico de la Dirección General
de Política Lingüística y Universidades del Departamento de Educación y Cultura
del Gobierno de Navarra. Ha sido el responsable de la Biblioteca del Centro
de Apoyo al Profesorado que el Gobierno de Navarra tiene en Pamplona. Ha
formado parte del Consejo Navarro del Euskera.
Ha creado
el sello editorial Desiréediciones y dirige la Asociación Cultural
Literatura y Sociedad. Ha escrito nueve libros, ha formado parte de jurados de
premios literarios y, en estos últimos años, ha ofrecido unas doscientas
cincuenta conferencias y recitales poéticos tanto a
nivel nacional como internacional. Obras publicadas: Celaya, esencial (Ed. Bassarai,2011); Antonio Tovar, el filólogo que encontró el
idioma de la paz (Ed. Siníndice, 2012); Luis
Mariano, cien años, cent ans. (Desiréediciones, 2014); El Gran Capitán (Desiréediciones, 2015); Sebastián Iradier. Si a tu ventana llega una paloma (Desiréediciones,2016); El Madrid
de Blas de Otero
(Ayuntamiento de Leganés, 2016); La flecha que me asignó Cupido (Desiréediciones,2017) Los relatos navarros de Francisco Navarro Villoslada
(Desiréediciones, 2018) Trafalgar
(Desiréediciones, 2018)
En este
entrevista nos acerca de manera muy básica a la figura del periodista, escritor
y político Francisco Navarro Villoslada.
En 2018 publicó Los relatos
navarros de Francisco Navarro Villoslada.
Es
un escritor olvidado e incluso casi desconocido. Razones en parte literarias y
en parte políticas han contribuido a que su obra quedara silenciada o relegada
a un segundo plano. Quienes le conocen, suelen recordar fundamentalmente dos de
sus novelas históricas: Doña Blanca de
Navarra y, sobre todo, Amaya o los
vascos del siglo VIII.
Pero
hay que indicar que fue un personaje polifacético que brilló en varios
campos...
Así
es en el contexto de la novela histórica romántica española es uno de los
mejores cultivadores del género en su versión seria y documentada, hasta tal
punto de merecer el nombre de “el Walter Scott español”.
Como
periodista, fue fundador, redactor y director de algunos de los periódicos más
prestigiosos de su época y, como político, fue varias veces diputado, senador y
secretario personal del pretendiente al trono, Carlos María Isidro.
Cada
una de las facetas por separado hace a Navarro Villoslada merecedor de un
estudio monográfico. Todas juntas le convierten en una figura de primer orden
en la historia de nuestro siglo XIX.
Una
persona que empezó totalmente despistado, siendo liberal y anticarlista...
Estudió Teología en Santiago de
Compostela. Cuando vuelve a su ciudad natal, abraza la causa liberal tanto en
sus escritos como participando en la lucha contra los carlistas. De esa primera
época son los poemas que dedica a Espartero y su obra Luchana en la que se muestra claramente partidario de los liberales
y culpa a los carlistas de todos los males que asolan al país.
Se traslada a Madrid a estudiar Leyes.
Allí comienza su labor periodística.
Se calcula que a lo largo de su vida
escribió un millar de artículos y fundó y dirigió varios periódicos. La primera
publicación que fundó fue El arpa del
creyente, una revista literaria y religiosa que fue el órgano del
romanticismo conservador y en la que se propugnaba la unión entre el
cristianismo y el arte. Colaboró en el Semanario
Pintoresco Español, la Revista de Galicia, el Boletín del Instituto español, El
corresponsal de la tarde y el Gabinete
de lectura.
Llega a dirigir a la vez varias
publicaciones de prestigio.
Hay un momento, en 1846, en que dirige
cuatro publicaciones: el Semanario
pintoresco español, El siglo pintoresco, El Español y su revista literaria.
Publicaciones en las que aparecieron sus artículos y trabajos narrativos como El remedio del amor, La muerte de César Borja, El
castillo de Marcilla o La
princesa de Viana, a la que añadirá una segunda parte titulada Quince
días de reinado para formar Doña
Blanca de Navarra, la primera de sus novelas históricas.
En El
siglo pintoresco una novela corta titulada El caballero sin nombre que contiene en germen los principales
sucesos de Doña Urraca de Castilla, otra
de sus novelas históricas.

De liberal pasó a ser conservador, antes
de acabar siendo tradicionalista. ¿Cómo fue esa evolución tan positiva?
Fundó con Pedro Egaña el periódico La España , un diario moderado y monárquico que
apoyaba a Narváez, pero que se mostró independiente de él en todo momento. Era
un periódico defensor de los principios de orden, conservador, celoso de la independencia nacional,
monárquico y liberal. Desde este periódico, Villoslada hizo un llamamiento para
reunir alrededor del trono a todos los católicos.
Se incorpora también a la redacción del El Padre Cobos, periódico que se había
fundado con objeto de combatir a los gabinetes nacidos del pronunciamiento de
1854 y que fue el periódico satírico español más importante del siglo XIX.
Con sus sátiras mordaces y agudas atacó a
Espartero y a O´Donnell, a sus gabinetes, a la milicia nacional y combatió
todos los aspectos negativos de aquel, en palabras textuales de ellos, “reino
de Trapisonda” en el que se había convertido España tras el triunfo de la
revolución. Destacó por su hostilidad hacia los diputados progresistas y por su
defensa de la Iglesia.
Fue denunciado, estuvo suprimido durante algunos meses, su
edificio fue asaltado por milicianos y desapareció cuando se presentía ya la
caída de Espartero.
Cuando Cándido Nocedal es ministro del
gobierno de Narváez, se le nombra a Villoslada
director de la Gaceta
de Madrid y administrador de la
Imprenta nacional. Fue comisionado para estudiar el estado de
la imprenta y el arte tipográfico en diversos países. Fruto de ello son dos
escritos: La Historia de la Imprenta nacional comparada con la del Estado en
Madrid y Viena y De Madrid a Viena y de Viena a Madrid.
Felizmente su camino desde el liberalismo
le lleva a abrazar la
Tradición.. .
En estos años va destacando dentro de las
filas moderadas del grupo llamado neocatólico, formado por la unión de los
donosianos y nocedalianos. A finales de 1959 funda El pensamiento español periódico en el que defenderá las ideas
católicas y tradicionalistas. Es un periódico católico, independiente de toda
inclinación partidista o política, que no seguía más indicaciones que las que
le pudieran llegar desde la
Santa Sede. Un periódico cuyos principios fueran la religión
y la patria, Dios y España. Se opuso a que ideas como el krausismo o el
panteísmo se difundieran en España y, especialmente en las universidades, ya
que era pensamientos que encerraban
ideas revolucionarias y errores dogmáticos.
Y plasmó esta evolución en la política...
Postuló la creación de un partido llamado
Unidad católica del que deberían formar parte todos los antiliberales
españoles, incluidos los carlistas. En diciembre de 1865, Villoslada es elegido
diputado por Pamplona y en 1867 vuelve a ser elegido para una nueva
legislatura.
En septiembre del 68 triunfó la gloriosa,
lo que provocó el acercamiento de Navarro Villoslada y de otros neocatólicos al
carlismo, al que pasarían en bloque ya que pensaban que el carlista era el
partido que mejor podía defender los intereses católicos.
En las elecciones de 1869, el nombre de
Villoslada figura en las dos candidaturas que se presentaban por Madrid, pero
no resultó elegido. Las circunstancias le aconsejaron exiliarse y su hermano y
él van a París a ponerse a disposición del pretendiente carlista, de quien será
secretario particular y formará parte del Consejo provisional de don Carlos.
En 1871 es elegido senador por Barcelona
y miembro de la Junta
directiva de la minoría carlista. Navarro Villoslada discute con el
pretendiente acerca de su secretario Arjona, al que acusa de introducir ideas
cesaristas en su partido. Se opone también a la presidencia única de la prensa
carlista.

Con el comienzo de la segunda guerra
carlista abandona momentáneamente la primera línea de la vida política, aunque
luego seguiría teniendo responsabilidades hasta su muerte.
Así es, no era partidario del empleo de
las armas para lograr que don Carlos llegara al trono español.
En 1879 aparecerá su tercera gran
novela Amaya o los vascos del siglo VIII, en la que sostiene la tesis de
la unión entre vascos y godos para formar la nacionalidad española gracias a la
unidad católica. La novela fue silenciada por una parte de la crítica, la de
tono liberal, debido a la posición ideológica del autor, destacado neocatólico
y carlista.
Es nombrado por don Carlos jefe del
partido carlista e interviene en la reorganización interna del partido y trata
de poner orden en la prensa tradicionalista.
En 1889 es elegido vicepresidente de la
junta conmemorativa para celebrar el XIII centenario de la conversión de
Recaredo al catolicismo. Y el 29 de agosto de 1895 a las ocho y media de
la tarde fallece en Viana, su ciudad natal.
Javier Navascués Pérez
Comentarios