Por Javier ALONSO DIÉGUEZ
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Julián
BESTEIRO, Daniel ANGUIANO, Andrés SABORIT y Francisco
LARGO CABALLERO en el penal de Cartagena (1918).
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El PSOE apoya
la huelga general revolucionaria. El demócrata y defensor de la paz Pablo IGLESIAS,
y su partido, que defendían la dogmática del marxismo puro, la lucha de clases,
el Manifiesto Comunista, la dictadura
del proletariado, la destrucción de la Iglesia , el Ejército, la Magistratura , etc.,
no tuvo reparos en apoyar en 1917 la huelga general revolucionaria, en medio de
un clima de crisis y de crispación social sin precedentes.
El
13 de agosto de 1917, con la declaración de la huelga general, se inicia en
España un movimiento revolucionario que resultó ser precursor del movimiento
también revolucionario bolchevique que terminó con la monarquía zarista y que
dio lugar al nacimiento de la
Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS): la Revolución de Octubre de 1917 en San Petersburgo.
La
revolución de 1917 en España se inicia con numerosas huelgas bien coordinadas
en Madrid, Barcelona, Zaragoza, Valencia y Bilbao. El movimiento revolucionario
es especialmente violento en Madrid y en el medio rural.
A
comienzos de 1917 los síntomas de la economía española hacían presagiar lo que
se iba a producir meses más tarde. Una floja cosecha de trigo y la crisis
industrial hacen que se produzcan enfrentamientos revolucionarios en la base
social agrícola e industrial de España. El aumento de precios durante los
primeros meses de 1917 fue desproporcionado.
La
batalla de Verdún parecía indicar falsamente el final de la I Guerra Mundial y el
miedo a las pérdidas de pedidos industriales acrecentaba la recesión económica.
Para completar el panorama, el 15 de marzo abdica el zar en Rusia y se inicia
la etapa liberal burguesa, que terminaría desembocando en la revolución de los
soviets en octubre.
El
PSOE y la CNT lo
tuvieron fácil gracias al desprestigio del gobierno del conservador Eduardo
DATO. El Gobierno era incapaz de dar respuesta adecuada al clima de desorden y
enfrentamiento motivados por las huelgas revolucionarias organizadas por los
agitadores socialistas y anarquistas. En agosto de 1917 las detenciones fueron
numerosas.
Los
sindicatos militares, organizados en las Juntas de Defensa, también tuvieron
influencia en el movimiento revolucionario. Estas organizaciones reclamaban
mejores condiciones económicas y cambios en el sistema de ascensos en el
Ejército y la Armada. Los
cuarteles estaban muy infiltrados por los activistas socialistas y habían un
estado evidente de insubordinación.
Para
terminar de cuadrar el ambiente revolucionario, la situación social de obreros
y campesinos era muy penosa. En tal estado de cosas, fundamentalmente los
dirigentes del PSOE y ciertos sectores anarquistas, influidos ya unos y otros
de una nítida tendencia hacia las soluciones de carácter revolucionario, tal y
como se venían propugnando en Rusia, creen llegado el momento de dar el paso
definitivo y lo hacen a través de las huelgas parciales y sectoriales que
concluyen en la proclamación de la huelga general revolucionaria en toda
España.
Lo
relevante y peculiar de este movimiento no son los fines laborales, ni mucho
menos, sino que el móvil es claramente político, pues no es el de 1917 un
movimiento reivindicativo de origen y finalidad social, sino que bajo estas
apariencias su verdadero objetivo era la conquista del poder, el derrocamiento
de un sedicente régimen monárquico (o de sus últimos vestigios, al menos
formales) y su sustitución por un régimen netamente revolucionario.
El
27 de marzo de 1917, se publica un manifiesto de socialistas, anarquistas, las
Juntas Militares de Defensa y los catalanistas de CAMBÓ. En la proclama firmada
por sus líderes y distribuida por toda España se dice textualmente que el
objetivo de todos los paros, manifestaciones y enfrentamientos es “… la constitución de un Gobierno
provisional que asuma los poderes ejecutivos y moderador, la elección de Cortes
constituyentes… y en definitiva, el cambio completo de régimen…”
Se trataba de
destruir el sistema legalmente establecido a través de la violencia y la
presión en la calle, para instaurar otro sistema distinto, de signo
revolucionario y bolchevique. En Rusia ocurrió lo mismo dos meses después.
El
19 de julio de 1917 se disuelve la
Asamblea de parlamentarios. Se detiene al comité de huelga
formado por Andrés SABORIT COLOMER, Julián BESTEIRO FERNÁNDEZ, Francisco LARGO
CABALLERO y Daniel ANGUIANO MUNGUITO. Otros dirigentes republicanos, como
Alejandro LERROUX, se escondían y huían de España. Los catalanistas de CAMBÓ se
arrugaron y cínicamente condenaron a anarquistas y socialistas.
El
13 de agosto de 1917 tiene lugar la huelga general en toda España. El día 17
está controlada la situación. Las fuerzas de seguridad y el Ejército
restablecieron la legalidad en las calles. Es verdad que la mayoría de la
población no secundó las huelgas y que incluso algunos grupos de jóvenes
mauristas se organizaron en torno a José CALVO SOTELO, quien irá adquiriendo
notoriedad con el paso de los años, oponiéndose abiertamente a los huelguistas
y colaborando de manera activa en la tarea de impedir el colapso total de los
servicios públicos y del suministro de artículos de primera necesidad,
saboteando las huelgas de transportes y abastecimientos en algunas ciudades. El
Gobierno finalmente actuó con diligencia y los dirigentes del comité de huelga
ANGUIANO, LARGO CABALLERO, BESTEIRO y SABORIT, acabaron en prisión.
El
balance de este levantamiento revolucionario se saldó con 100 muertos, de los cuales
30 lo fueron en Barcelona, 14 en Madrid y cerca de 25 en Bilbao. Fueron
detenidos y condenados a cadena perpetua sus líderes más destacados, aunque
como tantas otras veces, fueron indultados más tarde por el siguiente Gobierno.
Los
socialistas BESTEIRO, ANGUIANO, SABORIT y LARGO CABALLERO tuvieron un debut
político no muy deseable. Sus argumentos no estaban basados en el diálogo, la
tolerancia y el respeto a la legalidad, sino que lo hicieron como agitadores,
justificando la violencia. Esta actitud permanecerá en los dirigentes del PSOE
incluso tras la caída de la monarquía en 1931.
En
Rusia, en octubre del mismo año, triunfa el movimiento revolucionario
acaudillado por LENIN. Tras una sangrienta guerra civil, los bolcheviques toman
el poder y mantendrán su dominio incontestado a través de una serie de purgas y
persecuciones de sus enemigos, adversarios o simples ciudadanos sin filiación
política conocida, convirtiendo a Rusia en la URSS , la cuna de la dictadura del proletariado.
En
el mes de noviembre de 1917 tuvo lugar una campaña a favor de la amnistía de
los revolucionarios condenados. Fueron elegidos concejales por Madrid los 4
miembros del comité de huelga. El sistema constitucional sirvió para burlar la
acción de la justicia.
En
febrero de 1918 se produjo la disolución de las Cortes y la convocatoria de
elecciones, siendo elegidos diputados Indalecio PRIETO por Bilbao, Julián
BESTEIRO por Madrid, ANGUIANO por Valencia, SABORIT por Asturias y LARGO
CABALLERO por Barcelona. El sistema trató con benevolencia a los
revolucionarios (anarquistas, socialistas, catalanistas y republicanos), pero
éstos no se integraron en él. La paradoja convirtió al sistema parlamentario
español en una forma de gobierno cuando menos peculiar, pues los presidiarios de un día serán diputados al
siguiente, y viceversa.
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