Para mayo,
elecciones. Ya se altera todo, ya se aflojan los controles de déficit en el
gasto público, ya se ponen nerviosillos, vociferan y se injurian unos y otros,
los del partido tal y los del partido cual ¡¡¡
Hay que votar¡¡¡, ¡¡¡hay que votar¡¡¡,
¡¡¡luego no vale quejarse¡¡¡, repiten
unos y otros, en el fondo porque “show
must go on ¡¡¡”. Lo que de verdad importa es mantener el tinglado, aunque
sea a costa de sembrar o reavivar odios proverbialmente africanos, que
perdurarán irredentos por mil generaciones. Todo por alcanzar un triunfo
efímero, por disfrutar de una gloria caduca y cateta, a cargo de las gentes
convocadas apresuradamente para que arrojen sus votos, unas contra otras.
Resuenan
lúgubres los viejos versos de QUEVEDO:
Miré
los muros de la patria mía,
si un tiempo fuertes ya desmoronados
de la carrera de la edad cansados
por quien caduca ya su valentía.
si un tiempo fuertes ya desmoronados
de la carrera de la edad cansados
por quien caduca ya su valentía.
Salime
al campo: vi que el sol bebía
los arroyos del hielo desatados,
y del monte quejosos los ganados
que con sombras hurtó su luz al día.
los arroyos del hielo desatados,
y del monte quejosos los ganados
que con sombras hurtó su luz al día.
Entré
en mi casa: vi que amancillada
de anciana habitación era despojos,
mi báculo más corvo y menos fuerte.
de anciana habitación era despojos,
mi báculo más corvo y menos fuerte.
Vencida
de la edad sentí mi espada,
y no hallé cosa en que poner los ojos
que no fuese recuerdo de la muerte.
y no hallé cosa en que poner los ojos
que no fuese recuerdo de la muerte.
¡¡¡Basta ya de tristezas y melancolías¡¡¡ ¡¡¡No más lamentaciones estériles¡¡¡ Entonemos con convicción y devoción la oda a los héroes de la lealtad:
Lo
demandó el honor y obedecieron,
lo
requirió el deber y lo acataron;
con su
sangre la empresa rubricaron
con su
esfuerzo la Patria
redimieron.
Fueron
grandes y fuertes, porque fueron
fieles
al juramento que empeñaron.
Por eso
como púgiles lucharon,
por eso
como mártires murieron.
Inmolarse
por Dios fue su destino,
salvar
a España su pasión entera,
servir
al Rey su vocación y sino.
¡No
supieron querer otra Bandera!
¡No
supieron andar otro camino!
¡No
supieron morir de otra manera!
JAVIER ALONSO DIÉGUEZ
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