EMPIEZA LA BERREA…



                Para mayo, elecciones. Ya se altera todo, ya se aflojan los controles de déficit en el gasto público, ya se ponen nerviosillos, vociferan y se injurian unos y otros, los del partido tal y los del partido cual ¡¡¡ Hay que votar¡¡¡, ¡¡¡hay que votar¡¡¡, ¡¡¡luego no vale quejarse¡¡¡, repiten unos y otros, en el fondo porque “show must go on ¡¡¡”. Lo que de verdad importa es mantener el tinglado, aunque sea a costa de sembrar o reavivar odios proverbialmente africanos, que perdurarán irredentos por mil generaciones. Todo por alcanzar un triunfo efímero, por disfrutar de una gloria caduca y cateta, a cargo de las gentes convocadas apresuradamente para que arrojen sus votos, unas contra otras.

Resuenan lúgubres los viejos versos de QUEVEDO:      

Miré los muros de la patria mía,
si un tiempo fuertes ya desmoronados
de la carrera de la edad cansados
por quien caduca ya su valentía.

Salime al campo: vi que el sol bebía
los arroyos del hielo desatados,
y del monte quejosos los ganados
que con sombras hurtó su luz al día.

Entré en mi casa: vi que amancillada
de anciana habitación era despojos,
mi báculo más corvo y menos fuerte.

Vencida de la edad sentí mi espada,
y no hallé cosa en que poner los ojos
que no fuese recuerdo de la muerte.

                Vienen presurosos a la mente aquellos otros de Bernardo LÓPEZ GARCÍA, de su célebre Oda al Dos de Mayo: “Oigo, patria, tu aflicción, y escucho el triste concierto … Lloras porque te insultaron los que su amor te ofrecieron …”

                ¡¡¡Basta ya de tristezas y melancolías¡¡¡ ¡¡¡No más lamentaciones estériles¡¡¡ Entonemos con convicción y devoción la oda a los héroes de la lealtad:

Lo demandó el honor y obedecieron, 
lo requirió el deber y lo acataron; 
con su sangre la empresa rubricaron 
con su esfuerzo la Patria redimieron. 

Fueron grandes y fuertes, porque fueron 
fieles al juramento que empeñaron. 
Por eso como púgiles lucharon, 
por eso como mártires murieron. 

Inmolarse por Dios fue su destino, 
salvar a España su pasión entera, 
servir al Rey su vocación y sino. 

¡No supieron querer otra Bandera! 
¡No supieron andar otro camino! 
¡No supieron morir de otra manera!

                Hoy no tenemos que combatir con las armas, pero sí podemos y debemos empeñar nuestro esfuerzo para redimir la Patria, inmolándonos en un silencioso sacrificio para salvar a España, que es también nuestra eterna pasión, sirviendo lealmente al rey y, sobre todo, a lo que el rey representa y significa: unidad, continuidad, independencia, responsabilidad y legitimidad.  


JAVIER ALONSO DIÉGUEZ

Comentarios