En una de sus reuniones, Stalin
(dictador soviético, 1878-1953) solicitó que le trajeran una gallina. La agarró
fuerte con una mano y con la otra empezó a desplumarla.
La gallina, desesperada por el
dolor, intentó fugarse, pero no pudo.
Así logró quitarle todas las
plumas. Stalin les dijo a sus ayudantes y secretarios: “Ahora observen lo que
va a suceder"
Puso a la gallina en el suelo, se
alejó de ella un poco y agarró en su mano un puñado de trigo mientras sus
colaboradores observaban asombrados cómo la gallina, asustada, dolorida y
sangrando, corría detrás del dictador tirano
mientras este le iba tirando puños de trigo y daba vueltas por la sala.
La gallina lo perseguía por todos
lados. Entonces, Stalin miró a sus ayudantes y secretarios que estaban
totalmente sorprendidos, y les dijo:
"Así de fácil se gobierna a
los estúpidos. ¿Ven cómo me persigue la gallina a pesar del dolor que le he
causado? Así son la mayoría de los pueblos, siguen votando a sus gobernantes y
políticos a pesar del dolor que les causan por el simple hecho de recibir un
regalo barato, una promesa estúpida o algo de comida para uno o dos días”.
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