666 - La marca de la Bestia, más cerca




Los enemigos de Cristo, a través de su barcaza demoníaca flotante de la ONU, lo ven cada día más claro. La técnica: el diferido; así informa (con fecha de 11 de febrero), el digital Argentinatoday.org: “La ONU manda que para el 2030 toda la humanidad tenga un chip en el cuerpo, sino será excluido”.

            Lucifer, el señor del NOM, opera con cautela y precisión infalible sobre sus descocados cabritos; su técnica es la del liberalismo conducente a la socialdemocracia: dos pasos hacia adelante, uno hacia atrás. El imperio del mal crece, progresa democráticamente, al tiempo que el bien se achica y debilita. La masa de perdición, ebria en su fiebre hedonista-nihilista, necesita de nuevos juguetes y tónicos para vigorizar su ipseidad maltrecha. 

            El contubernio luciferino de la ONU sabe todo esto y mucho más; el mundo de las ideas necesita de estos laboratorios para abrirse camino. La idea de colocar el consabido chip de identidad universal a todas las personas del globo para el año 2030 (tesis difundida alegremente por unos medios y desmentida con no menor ímpetu por otros), no tiene nada de extraña, todo lo contrario, puesto que apela a una lógica tecnológico-estructural natural en el NOM: al imponer el sistema biométrico universal (suerte de panacea burocrática que hubiera hecho las delicias de un Fouché), se permitirá con suma facilidad al Sistema contabilizar a la comunidad humana planetaria como a las gambas de ojos saltones de una piscifactoría, con un registro integral exacto, y con todas sus informaciones personales actualizadas.

            Esta brutal medida totalitaria no sólo perpetraría una clara violación de la privacidad de los individuos, sino la definitiva vuelta de tuerca del proyecto luciferino en marcha: la implantación de la “Marca de la Bestia”, con su numeración debidamente encriptada (!); en Apocalipsis 13:16-18 podemos leer la profecía de lo que viene: “Y asimismo que a todos, humildes y magnates, ricos y pobres, libres y siervos, se les marcara sobre su mano derecha o sobre sus frentes. De suerte que nadie pudiera comprar o vender, sino el que estuviera marcado con el nombre de la Bestia o con su nombre cifrado. ¡Aquí quien sea sabio! Calcule el que tiene ingenio el número de la Bestia, pues es cifra que corresponde a un hombre. Es su número: seiscientos sesenta y seis”.

            La cuestión filosófica pertinente, en fin, sería la siguiente: ¿acataría usted sumiso cual borreguillo de matadero o gamba de ojos saltones -en el supuesto de una inminente implantación del biochip- esta imposición totalitaria sobre su propia piel? ¿Se dejaría marcar… el 666?

José Antonio Bielsa Arbiol

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