NO TODO EL MONTE ES ORÉGANO


Foto: Diario El MUNDO

“¡¡¡Que cascarrabias son estos carlistas¡¡¡ Ahora resulta que también le ponen pegas a GUAIDÓ. ¡¡Es que no se dan cuenta de lo que está padeciendo la gente en Venezuela¡¡ Es preciso sacar del poder a MADURO, y para ello basta con cualquier candidato que ofrezca garantías democráticas”
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No todo el monte es orégano, no es oro todo lo que reluce, no hay que confundir el oro con el oropel y, en lo que ahora nos importa, no siempre los enemigos de nuestros enemigos tienen por qué ser buenos amigos nuestros.

A título ilustrativo, hablemos del procès. Cualquiera que le plante cara despierta la simpatía de las gentes, y en concreto de los catalanes que tienen que padecerlo, día tras día, sin esperanza de libertad en el horizonte.  No entro ahora en el fenómeno VALLS, creo que en ese caso la realidad es más evidente todavía. Me centro en las recientes declaraciones de Bernard-Henri LÉVY: “PUIGDEMONT ha escupido en la cara a España y a la democracia en Europa” (Diario El Mundo, 31 de enero de 2019).

¿Quién es Bernard-Henri LÉVY? En Francia también se le conoce popularmente como BHL. Se trata de un periodista, filósofo y escritor francés, que saltó a la fama en 1976, como joven fundador de la corriente de los llamados “nuevos filósofos (nouveaux philosophes). Lo que los “nuevos filósofos” venían a escenificar es la ruptura de la nueva izquierda del 68 con la ortodoxia marxista clásica.  La sustitución de las ásperas rigideces del materialismo dialéctico – y sus fastidiosas luchas de clases – por la nueva religión de los derechos humanos, el liberalismo libertario y sus corolarios de buen rollito y consumismo. La verdadera originalidad del grupo consistía en que, en vez de llamar a las cosas por su nombre, reprochaban al comunismo el ser una especie de “fascismo rojo”, y por lo tanto condenable junto al “fascismo pardo”. Con esta gentil pirueta terminológica descargaban a la izquierda de una embarazosa herencia, al tiempo que preservaban su inmaculado nombre. Y de paso, “fascista” pasaba a ser todo lo que no les gustase. Todos fascistas, pues. Y así, tres décadas se han pasado denunciando al fascismo.

Esta nueva izquierda, estos “nuevos filósofos”, partían de una denuncia de todo poder, lo que no les impidió monopolizar durante años el poder mediático, cultural y político. El genio de BHL está en su dominio de la puesta en escena, en su peculiar personificación del arquetipo del intelectual engagé en la sociedad del espectáculo. En perpetua pose de j’accusé, y con una troupe de fotógrafos y estilistas alrededor, este antifascista profesional es uno de los que más han hecho para ahogar todo debate de ideas en un piélago de admoniciones y condenas morales, dictadas, como no, desde la supremacía moral de la izquierda.

En cuanto al contenido de su obra, ésta es la demostración de que el medio es el mensaje: verbosidad catequística y pedagógica, banalidades en brillante envoltorio de papel couché. Todo muy en consonancia con el personaje. Que conceptualmente todo sea una boñiga poco importa, si está bien presentada y perfumada.

Recordemos la lección perenne pronunciada por DE MAISTRE: La Contrarrevolución no es una revolución al contrario, sino lo contrario de la Revolución.

¿Comprenden ahora nuestra actitud?

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