Hace ya algún tiempo leí una
entrevista a un miembro de ETA en la que declaraba, a modo de resumen, que él
no mataba a tal persona o tal otra, sino a una institución; y es que la
deshumanización de la víctima siempre ha sido un recurso psicosocial importante
para sobrellevar la pesada carga que supone acabar con la vida de un semejante.
Para los esclavistas, los negros no eran seres humanos y, por ello, el señor
podía disponer de sus vidas; afirmaba Hitler, en el año 1939, que un judío era
un ser vivo, pero que no había base científica para que se pudiese afirmar que
sea un ser humano, y ello le ayudo a intentar su exterminio.
Toda esta parte de la historia
humana nos saca los colores y trata de hechos de los que nos avergonzamos y que
creemos ya superados, pero no es así. En esa misma línea, la entonces ministra
Viviana Aído, en el año 2009, afirmaba que un feto de 13 semanas es un ser
vivo, pero no un ser humano porque, según ella, tampoco hay una base científica
para ello; teoría que es mantenida actualmente por casi todos los abortistas.
Seguimos deshumanizando a nuestros semejantes para poder eliminarlos, pero me
consuela pensar que, dentro de algunas generaciones, los seres humanos se
avergonzarán de nuestro comportamiento.
Carlos R.
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