ENTREVISTA A STANLEY G. PAYNE: “NO ESTOY DE ACUERDO CON EL QUE BUSQUE CAMBIAR LA HISTORIA POR MOTIVOS POLÍTICOS”


Foto: El Mundo

Destaca que es fundamental entender el golpe de Estado como consecuencia de la revolución que se estaba produciendo en el seno de la República y no viceversa.
El proceso revolucionario empezó mucho antes, consecuencia del enorme deterioro de los últimos meses de la República. Si eso no se entiende, es muy difícil comprender la Guerra Civil. Es absurdo creer que una gran revolución obrera como la que hubo en España fue la consecuencia de una sublevación militar. Cuando digo esto no quiero decir que hubiese una conspiración revolucionaria.
¿Cree que habría sido posible que la República lograse instaurar el orden en el último momento? Me refiero, por ejemplo, al ofrecimiento final del Ministerio de Gobernación a los militares sublevados.
Mola y los otros militares no se fiaban del Gobierno en ese momento. Y si ese arreglo se produjese entonces habría tenido lugar probablemente otra cosa: la rebelión por parte de los revolucionarios. Aunque si se hubiera dado ese paso tres o cuatro días antes podría haber tenido más éxito, pues Mola no quería dar el paso final. Pero Azaña siempre esperaba y retrasaba…
¿Por qué rechaza la imagen de Azaña como representante máximo de una república democrática?
Azaña como gran demócrata es uno de los grandes mitos de la historia política española. Fue más moderado en la primera etapa, pero al cambiar el modelo de su partido, hacia la radicalización, él también cambió.
Explica cómo el asesinato de Calvo Sotelo marca un punto de no retorno para que se lleve a cabo la rebelión militar. ¿Cuál es la diferencia con los asesinatos que ya se habían producido?
Lo fundamental es que fue un asesinato llevado a cabo por las fuerzas del orden público, por un sector de las fuerzas del Gobierno. Por eso el efecto que provocó en el estado de opinión fue extraordinario. Además, que el Gobierno no hubiera reaccionado de modo enérgico… eso habría conseguido aplacar gran parte del ánimo de mucha gente de derechas. Los primeros intentos de empezar una conspiración militar habían fracasado y Mola casi se dio por vencido por el poco apoyo que tenía del Ejército. Pero las circunstancias de este magnicidio cambiaron muchas opiniones.
Usted apunta que Franco mantenía que solo se debía intervenir si el Estado entraba en colapso total. ¿Se dio esa situación?
Lo que había era una confusión y una ausencia de responsabilidad total por parte del Gobierno. De todos los militares involucrados en la rebelión el que tenía menos ganas de hacerlo era Franco.
¿Y por qué la insurrección militar, que supuestamente se da para acabar con la democracia marchita de la República, no propone la restauración de la democracia sino una dictadura militar?
El plan de Mola era una dictadura militar, pero solo para una etapa transitoria. Quería volver a la República… o a una monarquía, si así lo hubiese deseado la opinión pública, aunque Mola no era monárquico. Su plan pasaba por instaurar una república pero más conservadora. De él no salió la dictadura, que no estaba planeada: fue algo inesperado fruto del oportunismo.
¿Cuál fue el punto débil de la República?
La enorme debilidad fueron sus cambios sectarios, superados solamente durante la primera etapa del 34, con los radicales en el Gobierno.
Analizando la Guerra, insiste en que el mayor error de los republicanos fue desviar parte del esfuerzo militar hacia otros objetivos, como la Iglesia, lo que les puso en contra a buena parte de la población y convirtió la guerra en una cruzada.
Totalmente. Se dedicaron muchas energías, esfuerzos y tiempo a la revolución social y económica. La izquierda revolucionaria se puso a perseguir la revolución y no a librar la guerra y ese fue el peor error de las izquierdas durante la Guerra Civil: no haberse dedicado a la Guerra Civil. La Iglesia siempre ha estado con la derecha, pero no había tenido nada que ver con la sublevación militar. Sin embargo, la oleada de persecución en su contra la lleva a colocarse del lado de los sublevados.
Define la memoria histórica como un elemento falaz, buenista y fruto de un victimismo exacerbado. Pero, ¿qué opina de casos concretos como la exhumación de fosas comunes o el traslado de los restos de Franco?
Son cuestiones políticas. No estoy de acuerdo con nadie que busque cambiar la historia por motivos políticosNo estoy de acuerdo con nadie que busque cambiar la historia por motivos políticos: es un grave error. La historia, para los historiadores. Marcarse puntos políticos a través de manipulaciones es un defecto del presentismo. La idea de exhumar los restos de iglesias… es un procedimiento muy siniestro. No creo que para España ahora sea importante dónde está enterrado Franco.
Entonces, ¿por qué se levanta el pasado?
Creo que es una tendencia general de la ideología de izquierda del siglo XXI. Las viejas ideologías de izquierdas, el socialismo, el comunismo, ya no son válidas. Y entran otras basadas en la corrección política, en el victimismo, en la llamada justicia social, que casi siempre es manipulación, porque la justicia verdadera es la que imparten los tribunales.
¿De qué manera se puede dar respuesta a las personas que todavía se sienten víctimas del franquismo?
Las víctimas han muerto. Hablamos más bien de sus nietos y hay nietos de ambos lados, por lo que es importante respetar a todos. Una solución pasaría por la creación de una comisión nacional que trate los casos de todas las víctimas, pero el vicio de los españoles es el sectarismo y el partidismo. Lo que pasa es que la justicia histórica es probablemente una imposibilidad. Por eso en la mayor parte de los países ex comunistas no se trataba de dar justicia social a las víctimas del comunismo, sino de tratar de mantener la legalidad y la democracia en el futuro. La justicia histórica, aunque es una idea muy bonita en términos abstractos, es imposible de lograr en la práctica. Al final lo único que funciona bien es la compresión de la verdad histórica y, en términos de la Historia, el perdón para todos.
Fuente: Elmundo

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