En muchos medios digitales se puede ver el aumento en los últimos años de la población musulmana, ya son más de dos millones, y que van a concurrir en estas elecciones con posibilidad de obtener algunas alcaldías.
Y ahora que se aproxima el 8 de Marzo, día de la mujer, con todas las parafernalias que están montando las feminazis, ya me gustará ver en las poblaciones con corporación islámica el año que viene, cómo se acercan las representantes del feminazismo a solicitar el permiso para realizar manifestaciones de las suyas, pechos al aire y declaraciones de igualdad, ante el edil mahometano.
En cualquier caso la posibilidad de que haya poblaciones españolas gobernadas por un partido musulmán (PRUNE) son grandes y los islamistas son reacios a convivir con la degradación occidental.
Tengo que reconocer que ver las concentraciones, manifestaciones y exhibiciones de las femen me produce tanto asco como a los seguidores del Profeta; en eso estamos de acuerdo, en lo que no estamos de acuerdo es en que a esas señoras, o a las que se pille en adulterio por ejemplo, haya que lapidarlas, y muchas otras prácticas coránicas.
Las Leyes del Corán, el Alcorán como aparecía en los libros de texto de mi infancia, ya estuvieron vigentes en la Península Ibérica durante ocho siglos, y los territorios donde tenía aplicación, muy lejos de ostentar la convivencia pacífica entre las tres culturas que se le otorga, dejaba a judíos y cristianos pocas salidas de prosperidad social y tranquilidad religiosa; de ahí las huidas hacia territorios reconquistados, que pudieron ser repoblados, a su vez, por aquellos que buscaron libertad bajo el signo de la Cruz.
Fermín Uriz
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