Dijo G. K. Chesterton que cuando se deja de creer en Dios se es capaz de
llegar a creer en cualquier cosa, y hete aquí que los gurús del Nuevo Orden Mundial y de la corrección política, cambiante esta según avanza en
los planteamientos Revolucionarios descristianizadores que va haciendo calar en
la Sociedad
a base de propaganda machacona, van estableciendo la sustitución del culto a
Aquel que Todo lo merece por parodias de lo que la Santa Madre Iglesia ha venido
practicando a lo largo de los siglos con el beneplácito de la ciudadanía
adormecida por la tele y amedrentada por los “pazifistas” de siniestro pelaje.
En este caso nos referimos a la
ceremonia, incongruente, del bautizo civil disfrazado como “acto de bienvenida
social” que, después de tres años de la aprobación y regulación de estos actos en la
localidad, tendrá lugar en el Ayuntamiento de Cadrete oficiado por su Alcalde el socialista Rodolfo Viñas en la persona de un niño de dos años de nombre Acher al que se le otorgará la carta de
ciudadanía, símbolo de pertenencia a la Comunidad que generosamente le acoge. La duda es
si el resto de cadretanos, al no disponer de dicha carta (incluido el Alcalde) recibida
a través de tan entrañable ritual, son susceptibles de la consideración de
ciudadanos que tendrá el ciudadano Acher
en cuanto reciba su “bautismo civil” que tendrá lugar este 6 de Abril.
Suponemos que Acher y sus progenitores A y B estarán contentísimos de tener su “fiestuqui” como los hijos de
los “fachas” y sobre todo un "rito iniciático
que honra a lo más digno de adoración y respeto como es el Estado" en la
figura de su máximo representante local, el Padre Viñ…, perdón el Sr. Alcalde
Viñas, aunque él mismo no haya recibido el “laicamento”.
Después de tan "gratificante" noticia quedaremos a la espera de que Acher cumpla los 8, 9 ó ... más años en que pueda recibir su "primera comunión civil".
Personalmente pido a Dios Padre cuide del pequeño Acher, le guíe a la Verdad y le de Su Paz, porque del Estado y del Ayuntamiento de Cadrete no me fío mucho, la verdad.
Fermín Uriz
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