¿MEMORIA O AMNESIA SELECTIVA?

 
Foto: www.aragonpsoe.es


El pasado sábado día 13 de abril, víspera de la auténtica efeméride, el presidente del gobierno de Aragón, Javier LAMBÁN intervino en un “acto homenaje a los valores republicanos” celebrado en el cementerio de Torrero, acto que contó además con la presencia del portavoz del grupo municipal socialista en el consistorio zaragozano, Carlos PÉREZ ANADÓN, y de otros ilustres próceres y simpatizantes del socialismo aragonés.

El presidente del ejecutivo autonómico hizo una encendida defensa de las “leyes de memoria histórica y memoria democrática”. LAMBÁN afirmó que "el mejor legado" de la Segunda República es, "sin ninguna duda", la transición, la Constitución de 1978 y la democracia. "El 14 de abril de 1931 se puso en marcha el primer intento serio de instalar en España una democracia análoga a las que ya en ese momento existían en Europa, aquellos hombres no eran unos revolucionarios, aquellos hombres querían simplemente construir un régimen de libertades, donde la riqueza estuviera mejor repartida, un régimen de tolerancia, en definitiva, un régimen como en el que en este momento disfrutamos".

No pensaban de este modo los founding fathers de la Segunda República española (MARAÑÓN, ORTEGA, PÉREZ DE AYALA), como ya pusimos de manifiesto en posts anteriores, y entre nosotros Eulogio LÓPEZ ha terminado por plantear la cuestión en sus propios términos: “II República: ¿Qué más da que fuera democrática, si era homicida?” ¿Tal vez añoran los socialistas a su héroe, penalista transmutado como por ensalmo en constitucionalista, el profesor Luis JIMÉNEZ DE ASÚA, fautor de la proscripción legal, al máximo nivel, de los religiosos en España? ¿No son capaces de ver la sintonía de estas disposiciones con las Leyes de Nüremberg? Basta con escribir judío donde pone católico, y los paralelismos resultan escalofriantes. Y más allá de las leyes, las actuaciones deliberadas de exterminio físico de unos y otros. ¿Han visto ustedes la película El conde Perlasca? Cuando al protagonista le preguntan por qué socorre a los hebreos después de haber luchado en España contra la República, responde que allí atacaban y asesinaban a gente inocente por ir a la iglesia, y que en los Balcanes sucedió, después, algo parecido, ya que se intentaba matar a los judíos por el mero hecho de serlo. 

"No se trata de situarse de una manera sectaria a favor de unos o a favor de otros, lo que tampoco cabe es manifestarse neutral ante lo que significó el golpe militar por parte de unos y por parte otros, es obvio que lo reivindicable desde la perspectiva actual es aquellas personas y aquellos valores que tienen que ver con la democracia y me parece bastante menos digno de ser reivindicado ni recordado aquello que tuvo que ver con la aniquilación de las libertades y con la supresión de la democracia". Estos señores parecen olvidarse de que la Guerra de España no fue un pronunciamiento militar liderado por el general FRANCO. Formalmente la guerra del 36 fue una guerra civil, y entre los “sublevados” hubo una aportación sustancial de fuerzas íntegramente constituidas por voluntarios. Y sin pretender hacer de menos a nadie, este era un rasgo defendido con especial pasión por los requetés carlistas. Ellos y otros muchos se sublevaron contra la República por ser aquél un régimen tiránico que simplemente no les permitía vivir en paz. Así puede constatarse de la simple lectura de los testimonios recogidos en el extraordinario libro de Pablo LARRAZ ANDÍA y Víctor SIERRA-SESÚMAGA titulado Requetés. De las trincheras al olvido. Pusieron su vida en juego por lo que más querían, que estaba siendo maltratado y pisoteado por un gobierno teóricamente legal, en aquel momento constituido como República, que por eso mismo reputaban como ilegítimo. Esa es la pura verdad: el viejo derecho de resistencia frente al tirano de nuestro pensamiento político tradicional se puso otra vez sobre la mesa, y ante la imposibilidad de llevar una vida alegre y pacífica, hombres y mujeres corrientes, nada belicosos, abandonaron sus hogares precisamente para defenderlos de quienes querían acabar con ellos. Y cuando llegó la paz, volvieron a sus hogares, sin otra satisfacción que la del deber cumplido, siempre por propia voluntad.

De esta forma, continuó afirmando el ínclito preboste del socialismo aragonés, en Aragón ya hay una Ley de Memoria Democrática que se está aplicando y que incluye "no sólo facilitar las justas exhumaciones que los familiares de las víctimas exigen sino, sobre todo, crear rutas, crear hitos de memoria histórica, para que la gente sepa lo que ocurrió, pero no con ánimo de reabrir heridas sino con ánimo de cerrarlas definitivamente". ¿Debemos inscribir en este apartado la reciente inauguración de un monumento en Mora de Rubielos a los pilotos soviéticos derribados en la batalla de Teruel? ¿Para cuándo el monolito en homenaje a la caballería senegalesa en Codo?

El eximio prócer autonómico ponderó las excelencias de la Ley de Amnistía aprobada durante la transición, una norma "pedida desde la izquierda" para "pasar página de una vez" e inaugurar "el mejor periodo que ha conocido España desde que existe como nación y como Estado"; un periodo democrático, insistió, que tiene su origen en el régimen del 14 de abril de 1931. Desde luego, la izquierda – “española” para entendernos, aunque no según su particular consideración - siempre ha tenido cierta querencia por las amnistías, para borrar del mapa cualquier vestigio de sus propios crímenes. Recuerden el tiempo que pasó en la cárcel el líder convicto y confeso de la revolución criminal de octubre de 1934, Francisco LARGO CABALLERO, absuelto por “falta de pruebas” [sic], que por cierto ya se había beneficiado con anterioridad de la democracia, al ser indultado junto con el resto de los miembros del comité de la huelga general revolucionaria de 1917, en la que sólo se produjeron 100 muertos. El testimonio de su rival dentro del PSOE, Indalecio PRIETO, proclamado años después en una conferencia pronunciada en Ciudad de México el 1 de mayo de 1942 resulta muy significativo:

“Me declaro culpable ante mi conciencia, ante el Partido Socialista y ante España entera, de mi participación en aquel movimiento revolucionario. Lo declaro como culpa, como pecado, no como gloria. Estoy exento de responsabilidad en la génesis de aquel movimiento, pero la tengo plena en su preparación y desarrollo. Por mandato de la minoría socialista, hube yo de anunciarlo sin rebozo desde mi escaño del Parlamento. Por indicaciones, hube de trazar en el Teatro «Pardiñas», el 3 de febrero de 1934, en una conferencia que organizó la Juventud Socialista, lo que creí que debía ser el programa del movimiento. Y yo – algunos que me están escuchando desde muy cerca saben a qué me refiero – acepté misiones que rehuyeron otros, porque tras ellas asomaba no sólo el riesgo de perder la libertad, sino el más doloroso de perder la honra. Sin embargo, las asumí”.

Es curioso que esta amnesia para sus propios delitos se transforme en una auténtica memoria de elefante cuando se trata de perseguir los de sus adversarios políticos. Quienes han luchado, de verdad, exclusivamente en tiempo de guerra, con la única meta de vivir en paz y en libertad, y no simplemente en democracia, no se preocupan tanto de las declaraciones formularias como de mantener una conducta acorde con la conciencia cristiana y española, y por eso se opusieron radicalmente a las tácticas terroristas, a las represalias y a la venganza como sucedáneo de la justicia. Los carlistas no somos liberales, pero tenemos el legítimo orgullo de que nuestros líderes jamás han proferido amenazas contra sus adversarios políticos, ni en sede parlamentaria ni fuera de ella, a diferencia del PSOE que ha incurrido una y otra vez en este vicio fanático de inhumanidad casi desde sus primeros momentos fundacionales. Lo que es peor, en muchas ocasiones esas amenazas se han llevado a su puro y debido efecto por los propios socialistas sin pestañear. Como ocurrió tras la revolución de octubre de 1934, después llegó la amnistía y los asesinos quedaron en libertad, y no sólo eso; como decía Miguel de UNAMUNO apenas una semana después de comenzar la guerra del 36:

“Hay que salvar la civilización occidental, la civilización cristiana, tan amenazada. Bien de manifiesto está mi posición de los últimos tiempos, en que los pueblos están regidos por los peores, como si buscaran los licenciados de presidio para mandar”.

Por su parte, el señor PÉREZ ANADÓN afirmó, con ocasión del mismo acto:

"Nosotros -los socialistas-, que siempre hemos sido un partido accidentalista con respecto a la forma de Estado, entendemos claramente que es infinitamente más importante los valores que se transmitieron, los valores que siguen siendo presentes, los valores que nos han de servir para profundizar en la igualdad, en la libertad y de la fraternidad, en el futuro, que quedarnos exclusivamente en los conceptos. Este es el memorial de paz, de recuerdo, de justicia".

 Esto ya es la traca final: ahora se llama esto “accidentalismo”, ya que no oportunismo o simple cinismo político.

Pablo IGLESIAS subió por primera vez a la tribuna de oradores del Congreso el 7 de julio de 1910. En su intervención reconoció su implicación en la Semana Trágica, defendió la figura de FERRER GUARDIA, declaró que su partido sólo se atendría a la legalidad mientras ésta le beneficiase y amenazó con atentar contra la vida del Presidente del Gobierno Antonio MAURA.

“El partido al que yo represento aspira a concluir con los antagonismos sociales, a establecer la solidaridad humana, y esta aspiración lleva consigo la supresión de la Magistratura, la supresión de la Iglesia, la supresión del Ejército, y la supresión de otras Instituciones necesarias para ese régimen de insolidaridad y antagonismo”.

“El partido socialista viene a buscar aquí lo que de utilidad puede hallar, pero la totalidad de su ideal no está aquí; la totalidad entiende que ha de obtenerse de otro modo. Es decir, que este partido… estará en la legalidad mientras la legalidad le permita adquirir lo que necesita; fuera de la legalidad, como han estado todos los partidos, cuando ella no le permita realizar sus aspiraciones”.

A las 18:25 horas, el Presidente de la Cámara, conde de Romanones, vuelve a dar la palabra a Pablo IGLESIAS, que 40 minutos antes había pedido un descanso por hallarse fatigado.

PABLO IGLESIAS.- Y el compromiso adquirido por esta conjunción (republicano-socialista) cuando el señor MAURA seguía en el mando era derribarle del poder, considerarle un peligro para los intereses del país, para la libertad, para todo lo que aquí debemos defender. Y no solamente derribarlo, sino trabajar para impedir que Su Señoría (en adelante, SS) pudiera volver a él. Y como entendíamos que podía no bastar esto y que además había otras razones, como garantía de que SS no vuelva al poder, ya que SS entiende que no se debe retirar de la política, viendo la inclinación del Régimen hacia SS, comprometernos a derribar ese Régimen.

EL PRESIDENTE.- Orden, orden, Sr. IGLESIAS, no se puede discutir el Régimen.

PABLO IGLESIAS.- Hagan las protestas que hagan, lo mantengo… Tal ha sido la indignación producida por la política del Gobierno del Sr. MAURA en los elementos proletarios que nosotros, de quienes se dice que no estimamos a nuestra nación, que no estimamos los intereses de nuestro país, amándolo de veras, sintiendo las desdichas de todos, hemos llegado al extremo de considerar que antes que SS suba al poder debemos llegar al atentado personal.

EL PRESIDENTE.- ¡Orden, orden, Sr. IGLESIAS¡ SS no puede ampararse en la inmunidad parlamentaria para cometer un delito. Por lo tanto, SS tiene que retirar esas palabras y darlas por no dichas. No puede continuar SS mientras no rectifique sus palabras. ¡No faltaba más¡ ¡Orden, orden, señores diputados¡ Señor IGLESIAS, ruego a SS que oiga las indicaciones de la Presidencia”.

Después vino la Dictadura de PRIMO DE RIVERA, con el nombramiento de LARGO CABALLERO como Consejero de Estado y la entente cordiale entre el régimen y la UGT, a la que prácticamente se otorgó el monopolio de la representación sindical. A la caída de la Dictadura, el PSOE se apunta rápidamente al Pacto de San Sebastián. Pero, ¿fue al menos leal con la legalidad republicana? Pues tampoco:

“El jefe de Acción Popular decía en un discurso a los católicos que los socialistas admitimos la democracia cuando nos conviene, pero cuando no nos conviene tomamos por el camino más corto. Pues bien, yo tengo que decir con franqueza que es verdad. Si la legalidad no nos sirve, si impide nuestro avance, daremos de lado a la democracia burguesa e iremos a la conquista revolucionaria del Poder” (F. LARGO CABALLERO, Discurso en Albacete de 13 de noviembre de 1933, reproducido en El Socialista 14-11-1933).

Y tras su fracaso en las elecciones celebradas el día 19 del mismo mes y año: “Hemos perdido las elecciones y han triunfado las derechas. Estas saben bien que por el simple triunfo electoral no han ganado la batalla” (F. LARGO CABALLERO, El Socialista 21-12-1933).

Concluimos ya, sin reiterar lo señalado en anteriores posts sobre la responsabilidad del PSOE y de sus principales líderes en la revolución comunista de octubre de 1934, pero apuntando un testimonio interesante, por venir de quien viene, y que conviene tener en cuenta a la hora de valorar las declaraciones del Doctor Calamidad y de sus secuaces periféricos, llenándose la boca con invocaciones al constitucionalismo, al federalismo, al éxito del Estado autonómico o a lo que haga falta:

“(…) Fernando de Rosa es para mí muy importante. Es el encargado de llevar a cabo la detención del presidente de la República.
Debí poner una gran cara de asombro, pues Caballero continuó:
-Claro está que no actuará solo. Irá con guardias civiles, que no serán guardias civiles, sino gente de nuestra más absoluta confianza. Si las cosas no cambian, tendremos ayudas importantes en la propia guardia presidencial. Otros militares se encargarán de la detención del presidente de las Cortes (…). Otros más ocuparán telégrafos, teléfonos, la radio, el Ministerio de la Gobernación y el de la Guerra. Y confiamos plenamente en la actuación de todos ellos…
Éste es un movimiento nuestro, en el que nada tienen que hacer los republicanos”

(Palabras de F. LARGO CABALLERO a Juan Simeón VIDARTE y FRANCO ROMERO, Vicesecretario General del PSOE entre 1932 y 1939, recogido en El bienio negro y la insurrección de Asturias, Barcelona, 1978, pp. 210, 474 y 475; por cierto, sobre la misma cuestión del supuesto accidentalismo del PSOE resulta también significativo el libro del mismo autor titulado No queríamos al rey. Testimonio de un socialista, Grijalbo, 1977).

JAVIER ALONSO DIÉGUEZ

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