En posts anteriores hablábamos sobre la
relevancia estratégica del control de la agenda pública. Ahora, en vísperas de
elecciones, en pleno frenesí de ofertas de última hora, el gobierno ha echado
mano de la eutanasia. Hace años, Miguel DELIBES, que se declaraba hombre de izquierdas, decía no comprender como
las fuerzas políticas de ese espectro defendían como un avance, como progreso,
el reconocimiento legal del crimen del aborto. No comprendía como quienes se
proclamaban defensores de los más débiles, de los más vulnerables, podían
defender el asesinato legal de los seres humanos más inocentes e indefensos.
Ahora, cuando el aborto legalizado ya ni siquiera se cuestiona, se trata de dar
un paso más y convertir en derecho la llamada “eutanasia”. “Buena muerte” la llaman, apelando a la compasión
hacia los sufrimientos del enfermo, ¿no buscan más bien los defensores de esta
monstruosidad cauterizar nuestras conciencias, para avalar el que no quieran
seguir invirtiendo dinero en cuidados paliativos para enfermos incurables? Se
da muerte a determinados seres humanos cuyas condiciones de vida se consideran
no dignas, al tiempo que nadie considera al parecer digno acompañarles,
ayudándoles a aliviar su sufrimiento y procurándoles en todo caso un trato
humano en esos momentos especialmente difíciles de su vida. ¿Realmente nos estamos preocupando del
sufrimiento de estos enfermos o, más bien, queremos eliminar esta cuestión de
nuestra “barra de tareas” pendientes?
¿Qué congruencia tienen estas medidas con la existencia de un sistema de
protección social de “atención a la
dependencia”?
Uno
de los tótems de la ciencia, o mejor dicho, del cientifismo moderno nos da una
pista interesante: “Los más capaces no
deberían verse constreñidos por las leyes o las costumbres” (Charles
DARWIN). ¿Estamos dispuestos a aceptar esta proposición, con todas sus
implicaciones? Personalmente, yo no lo estoy, es más, me opongo absolutamente a
ella. Aprovecho para recomendarles la lectura del libro cuya imagen encabeza
estas breves líneas. Con la eutanasia nos jugamos muchos, porque marca un hito
decisivo en el itinerario hacia la completa deshumanización de una sociedad.
R. P.
Comentarios