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Raphael Samuel: el indio que no debería haber nacido |
Llevo ya un tiempo intentando
sobreponerme a la noticia, es de hace algún tiempo, de un hijo indio (de la India ) que demandó a sus
padres por haberle engendrado sin su permiso.
De entrada el titular parece una
broma; un imbécil alentado por el
ambiente relativista generalizado que al no haberle consultado para nacer se
siente con el “derecho” de demandar a
los causantes de tamaña imprudencia al lanzar a alguien al «sufrimiento de un
mundo superpoblado falto de recursos para la subsistencia» y otras argumentaciones
presentadas bajo un prisma de generosidad, altruismo y amor al planeta que a mucha gente, por desgracia, les parecen
aceptables y válidas. Y aquí es donde deja de ser una broma para convertirse en
una corriente que va ganando adeptos, los antinatalistas, que pretenden la
supresión de la procreación biológica natural y, a ser posible, de la raza
humana por perniciosa para la naturaleza.
Teniendo en cuenta la revolución
tecnológica que ha supuesto la era digital que tras la revolución industrial va
a sustituir en más que mucho la “mano de
obra humana” por la automatización y la robótica, se supone que van a
sobrar en el mundo muchas personas que deberán se eliminadas al no ser
rentables ni productivas y, en aras de un supuesto beneficio planetario, que no
se produzcan más nacimientos, lo que en muchas ocasiones, en el caso del
aborto, es lo mismo que la eliminación, el asesinato. Ya tenemos eso que tanto
empeño tiene el “mundo moderno” y la “corrección política” en establecer como
necesario para la humanidad por encima de cualquier consideración: el aborto y
la eutanasia.
¿A quién beneficia este panorama?
Del poder que están adquiriendo
los Estados por la simbiosis capitalismo
consumista/socialismo por un lado y el control que tienen sobre ellos, los
Estados, las grandes corporaciones económicas globalistas puede llegar la
respuesta.
El hombre se va a desprender de
la “maldición bíblica”: ganarás el pan
con el sudor de tu frente (Gen 3, 19), las máquinas trabajarán por él. Sin
embargo como la manutención de un ser humano tiene un coste, que lógicamente se
incrementa por cada uno de los miembros existentes, supondrá un gasto innecesario
a la vista de quien se erija en gestor
de los recursos vitales si aquel no tiene un cometido específico en la
comunidad. Siendo las máquinas quienes realizarán las labores que antes
realizaban los hombres la “necesidad” de estos se reduce, por lo que hay que
disminuir su número.
Entonces ¿Cui prodest? Al dueño de la “máquina” es a quien no le interesa que
sus beneficios se desvíen a mantener a aquellos que no la atienden, por lo
tanto ¿De donde parten todas las iniciativas antinatalistas y propiciatorias de
la reducción de la población: el propio movimiento antinatalista, aborto,
eutanasia, homosexualismo, etc.? Del dueño, de los dueños más bien, de la “máquina”
que a su vez son los dueños de la propaganda y la educación a través de las
cuales pretenden encaminar a la humanidad al autocontrol poblacional y al
control por los otros medios. El distópico mundo
feliz de Huxley ya no parece tan lejano, aunque viendo como avanza el mundo de la manipulación genética, que puede llegar a producir al gusto lo que sea, se quedó corto el autor.
Todo esto va por ti, lector, y por mí y muchos millones de personas, seguramente prescindibles para el Nuevo orden Mundial. ¿Quedará algún salvaje cuando el globalismo haya desarrollado todos sus planes? Y ¿Será tan desesperanzado como el de la novela?
Todo esto va por ti, lector, y por mí y muchos millones de personas, seguramente prescindibles para el Nuevo orden Mundial. ¿Quedará algún salvaje cuando el globalismo haya desarrollado todos sus planes? Y ¿Será tan desesperanzado como el de la novela?
No será por cierto Raphael Samuel,
el indio que ha suscitado estas reflexiones y que no debería haber nacido, el
salvaje huxleyano y al final sí, al
final habrá esperanza. Los salvajes
de hoy debemos confiar en Dios, y aquí, en España, recordemos la Gran Promesa al Padre Bernardo
de Hoyos:
Reinaré en España y con
más veneración que en otras partes.
Ergo Cristo Reinará en el mundo. Laus Deo.
Fermín Uriz
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