Ofrecemos a continuación el texto de la presentación del libro de José Antonio Bielsa Arbiol que corrió a cargo de D. Ricardo Parra el pasado lunes 20 de Mayo y tuvo lugar en el Salón de Actos de la Biblioteca de Aragón con numerosa asistencia.
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Buenas tardes a
todos y bienvenidos a esta presentación de la primera entrega de un nuevo sello
editorial, La Tribuna Ediciones ,
que recoge una serie de investigación e historia de la cultura en torno al tema
del Nuevo Orden Mundial (NOM).
El autor del libro es
JOSÉ ANTONIO BIELSA ARBIOL. Articulista, historiador, crítico cinematográfico,
docente y escritor. Colaborador habitual en múltiples publicaciones digitales: El Diestro, El Español Digital, El Correo de
Madrid o La Tribuna de España, por citar sólo algunas.
También colabora en la publicación Pluma
libre y desigual, realizando una encomiable labor de crítica y crónica de
grandes clásicos de la cinematografía.
El libro que hoy se
presenta lo hace como discurso, en el sentido clásico de este término, no en el
vulgar, sobre la cuestión del conocido como Nuevo
Orden Mundial (designado también frecuentemente con el acrónimo NOM). En realidad a José Antonio, tal
como nos confesaba no hace mucho, le hubiera gustado poder disponer de tiempo
para elaborar un ensayo sistemático. Finalmente, las exigencias del mercado
editorial no se lo han permitido, de momento, y lo que ahora ha entregado a la
imprenta se ha confeccionado a partir de una serie de artículos publicados en
diversos medios.
¿Por qué cuento
esto? Pienso que es importante saberlo de cara a la lectura del libro. José
Antonio ha ordenado estas diversas publicaciones, no desde un punto de vista
cronológico, sino desde la perspectiva de un discurso sobre las cuestiones que
aborda, de modo que se respete el encadenamiento lógico entre las distintas
etapas de la reflexión en torno al tópico de su investigación. En cualquier
caso, eso supone que el lector podrá compartir más o menos el enfoque y las
conclusiones próximas de uno u otro capítulo, como es el caso de un servidor,
lo que tratándose materialmente de una recopilación de artículos publicados, de
“instantáneas” sobre diversos
aspectos, no impide valorar en su justa medida el trabajo realizado.
El Nuevo Orden Mundial pretende forjar una oikuméne sobre la base de la
erradicación de la Tradición ,
de la continuidad perfectiva, el progreso hereditario de nuestra Cultura que es
lo que propiamente configura el concepto y la realidad de un estado de
humanidad. Se trata, pues, de una suerte de pseudocultura ahistórica, o más
propiamente antihistórica. En este contexto, la verdad, como afirma MARX, se
hace en la praxis, y en pura
dialéctica hegeliana descansa sobre la premisa fundamental del idealismo
absoluto: “todo lo real es racional y
todo lo racional es real”.
De modo que lo
real, ya no procede del ser de las cosas, sino del pensar según un determinado
método, que es el de la ciencia experimental, idealizado como aquél que permite
el dominio efectivo sobre la naturaleza. Cuando se pretende hacer valer esta
misma premisa en el ámbito genuinamente humano, en el que opera necesariamente
la libertad y, por tanto, la historicidad, la forja de la vida personal y
social sobre la base de sucesivas opciones o decisiones libremente adoptadas, se
choca frontalmente con la realidad de las cosas, las ideologías fallan, en
cuanto pseudoreligiones seculares, formas
hodiernas de los cultos idolátricos, no cabe sino invocar la “astucia de la razón”, como HEGEL, o la “mano invisible”, como ADAM SMITH, de
forma que los brotes y retrocesos de “irracionalidad”
aparentemente contrarios al desarrollo de la Idea o de la Razón inmanente al mundo,
sean conjurados por una voluntad y un poder superiores, que imponen ese mismo
fin universal, cuyo conocimiento está reservado a una minoría de iniciados o gnósticos.
Esta suplantación
fraudulenta del anhelo humano de universalidad – un anhelo de origen y destino
indudablemente divinos, trascendentes - es lo que hoy conocemos como Nuevo Orden Mundial, que no es sino la
eclosión última de un proceso histórico de demolición de la Cultura conocida
tradicionalmente como Cristiandad,
heredera universal de la
Filosofía Griega , el Derecho Romano y la Revelación de Dios
transmitida en primer término al pueblo hebreo y, en Cristo, completa y
definitivamente a toda la humanidad, a través de la Iglesia por Él fundada.
En 1948 Richard
WEAVER publicaba su obra quizá más célebre: Ideas
have consequences. Las ideas tienen consecuencias. ¿Cuál es su tesis
central? La decadencia de Occidente tiene su origen en el triunfo del
nominalismo en la escolástica tardía. De nuevo a la palestra, la controversia
de los universales. La famosa navaja de OCKHAM: non sunt multiplicanda entia sine necessitate. Es decir, ¿qué es un
concepto?; al final, es flatus vocis,
una palabra, un signo convencional. Se abre paso al voluntarismo, al
racionalismo, al positivismo,…La verdad es el dominio del hombre sobre la
naturaleza a través de la ciencia experimental, no la adequatio rei et intelectum, no se puede conocer el ser de las
cosas, su realidad.
De este punto arranca
la erosión paulatina pero incesante de las jerarquías y grados del saber, de la
academia, del arte y de la moral, el triunfo del cinismo y del escepticismo,
que WEAVER ejemplifica en una serie de hechos históricos que él pudo presenciar,
en torno a la génesis y desarrollo de la II Guerra Mundial, y que culminan en el
surgimiento de lo que denomina “El Gran
Estereóptico”, un constructo emergente que sirve para manipular las
creencias y sentimientos de la población y, en última instancia, para separarla
de su humanidad a través de “la
mercantilización de la verdad”.
WEAVER se hace así eco de lo que por aquellos mismos años había apuntado
C.S. LEWIS en su obra La abolición del
hombre, otro noble alegato contra la civilización del consumismo.
José Antonio nació
en 1984, quizá un presagio que recuerda a la conocida distopía de George
ORWELL, titulada precisamente 1984.
Algunos de los conceptos que ORWELL maneja en 1984 revisten desgraciadamente una palpitante actualidad:
una sociedad donde la intimidad personal y el pensamiento genuinamente humano
están proscritos, la neolengua o
reducción del lenguaje a lo “políticamente
correcto”, donde lo que no forma parte de esa neolengua no puede ser pensado porque no es “democrático”, la reescritura de la Historia al servicio de
la oligarquía gobernante (quien domina sobre el pasado posee el control sobre
el futuro), etc. Resultan en este sentido muy aleccionadoras las palabras que
escribió el mismo ORWELL en un ensayo titulado significativamente Mi
guerra civil española:
“Ya de joven me había fijado en que ningún
periódico cuenta nunca con fidelidad cómo suceden las cosas, pero en España vi
por primera vez noticias de prensa que no tenían
ninguna relación con los hechos, ni siquiera la relación que se presupone en
una mentira corriente. (...) En realidad vi que la historia se estaba
escribiendo no desde el punto de vista de lo que había ocurrido, sino desde el
punto de vista de lo que tenía que haber ocurrido según las distintas «líneas
de partido». (...) Estas cosas me parecen aterradoras, porque me hacen creer
que incluso la idea de verdad objetiva está
desapareciendo del mundo. A fin de cuentas, es muy probable que estas mentiras,
o en cualquier caso otras equivalentes, pasen a la historia. ¿Cómo se escribirá
la historia de la guerra civil española? (...) Sin embargo, es evidente que se escribirá
una historia, la que sea, y cuando hayan muerto los que recuerden la guerra, se
aceptará universalmente. Así que, a todos los efectos prácticos, la mentira se
habrá convertido en verdad. (...) El objetivo tácito de esa argumentación es un
mundo de pesadilla en el que el jefe, o la camarilla gobernante, controla no
solo el futuro sino también el pasado. Si el jefe dice de tal o cual
acontecimiento que no ha sucedido, pues no ha sucedido; si dice que dos y dos
son cinco, dos y dos serán cinco. Esta perspectiva me asusta mucho más que las
bombas, y después de las experiencias de los últimos años no es una conjetura
hecha a tontas y a locas”.
En Cómo sobrevivir al Nuevo Orden Mundial,
José Antonio BIELSA trata de introducirnos en la trama del pensamiento único, a
veces también etiquetado como “pensiero
debole”, y vulgarmente conocido como “lo
políticamente correcto”.
No se pueden
entender los últimos 300 años de la historia universal si no se comprende el
proceso dialéctico que se ha desarrollado a lo largo de este período. La
dialéctica hegeliana constituye una suerte de lógica construida a partir de la
negación consciente y deliberada del principio de no contradicción, que afirma
que “una cosa no puede ser y no ser al
mismo tiempo y por la misma razón”. En otras palabras, se trata no ya de la
dialéctica entendida como discurso humano en torno a la realidad conocida, sino
de la dialéctica entendida como medio de control y más aún de transformación de
la realidad misma (en el fondo, dirían PLATÓN y ARISTÓTELES, como sofística).
Dialéctica que es sistemáticamente pensada, planeada, ejecutada y
permanentemente actualizada para “crear
la realidad” en función de la contradicción.
¿De qué modo opera
esta dialéctica moderna en el presente
orden político mundial? La dialéctica procura en el orden actual de cosas la
revolución permanente, el perfecto equilibrio de un estado teóricamente
controlado de tensión y conflicto. De tal forma que cualquiera que ose tomar
parte por uno de los actores dialécticos en pugna quedará entrampado en el Sistema. Se trata de la distorsión total de la
realidad, incluida la subversión de la historia, del pasado y de la memoria y
no menos del futuro, que invita a los esclavos del nuevo siglo (poco menos que
toda la humanidad) al ejercicio mental de lo que George ORWELL en su ya citada
obra 1984 denomina el “doblepensar”, que consiste en aceptar
como verdaderas dos proposiciones absolutamente contradictorias o antagónicas,
como un fruto del continuo bombardeo que los agentes de la verdad o memoria
histórica y, en general, de la opinión pública, hacen a través de los mass-media.
Y ahí
es donde reside uno de los grandes méritos de la obra que hoy nos presenta José
Antonio BIELSA. Cuando alguien cree encontrar algún tipo de nexo lógico-causal
entre hechos sociales aparentemente no relacionados entre sí, queda condenado
inexorablemente al ostracismo, como reo de “conspiracionismo.
José Antonio, en este libro, no sólo va devanando hábilmente el ovillo
sofístico del relativismo global, sino que al tiempo que lo hace nos
proporciona las herramientas intelectuales para construir, en positivo, un
orden social de escala auténticamente humana. Por eso, entre otros muchos
motivos - no de menor importancia el de la limpia prosa del autor -, pienso que
la lectura de este libro resulta tan sugestiva y reviste tanto interés.
Me
estoy extendiendo demasiado en mi afán de despertar ese mismo interés, por lo
que concluyo ahora mismo, dando paso a esta presentación de un libro destinado
a convertirse en un valioso cuaderno de
bitácora para la navegación en las procelosas aguas del Nuevo Orden
Mundial.
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