Últimamente, estamos volviendo a
oír, hasta la saciedad, eso de «las derechas y las izquierdas “divididas”».
Su origen no es ideológico, ni doctrinal, sino bastante peregrino, e insulso, a
la par que desconocido:
En la Asamblea Constituyente
francesa de 1790, tras la revolución, los grupos, según tendencias, se
dividen en: aristócratas y monárquicos, el abate Mauri y Mounier, que, de
forma fortuita, se agrupan juntos a la derecha de la sala, según la
presidencia; en el centro los “constitucionales” de Lafayette, Sieyes, Bailly,
Talleyrand y Le Chapelier y a la izquierda, el triunvirato de Barnave, Dupori,
Lameth, defensores teóricos de la revolución. Los radicales vendrán con los
seguidores de Robespierre y la
Sociedad de Amigos de los Derechos del Hombre,
embrión del Club de los Cordeliers —por reunirse en el antiguo convento
franciscano—, cordeliers, de entre los que surgirán Danton, Desmoulins,
Marat y Hebert. La posterior Asamblea Legislativa de 1791 y 1792,
manipulada por los girondinos, se dividió, igualmente, en los que se
colocaban a derecha, 264 diputados, entre feuillants, dirigidos por
Barnave, Duport y Lameth, y girondinos, portavoces republicanos de la
gran burguesía enriquecida; los que se agruparon en el centro, 345 diputados
independientes y divididos, sin programa político definido; y a su izquierda
los 136 diputados inscritos en los clubes de los jacobinos o en los de
los cordeliers (con escasa influencia en la Asamblea , pero gran
influencia sobre las masas populares, de las que reciben su apoyo). Mientras
los jacobinos se sustentan en la pequeña burguesía, los cordeliers
cuentan con el apoyo del pueblo llano, a través de las secciones parisinas
(Marat y Hebert se convierten en sus portavoces mediante sus periódicos diarios
extremistas, L'Ami du Peuple y Le Pere Duchesne,).
Así, según las “asentaderas”
de los asambleístas, derechas e izquierdas adquirieron “categoría” de
“posicionamiento político”, igualmente revolucionarios unos que otros.
La palabra “revolución”
tiene, también, una curiosa transformación. En su origen fue un término
meramente astronómico y geométrico, que alcanzó creciente fortuna gracias a la
obra de Nicolás Copérnico, De
Revolutionibus Orbium Coelestium, en la acepción que se le da, en Física
Mecánica, al movimiento (como giro que da una pieza sobre su eje). En
Maquiavelo (y anteriormente), las palabras eran “rebelión” o “revuelta” —que
nunca tuvieron el pretendido significado ideológico de “liberación”—, NO
REVOLUCIÓN, en el sentido que se le dio posteriormente, convirtiéndose, además,
en un supuesto hecho necesario e ineludible, idea de necesidad histórica de un determinismo
fenomenológico fatalista.
La revolución se nos plantea,
como el trastrocamiento del orden natural de las cosas, especialmente en la res
pública. La contra revolución, tomando como modelo la Contrarreforma , NO
ES UNA REVOLUCIÓN DE SIGNO CONTRARIO, sino la restauración del orden (como Plinio
Correa apuntaba acertadamente).
La aparición, en el primer tercio
de siglo XX, de “movimientos” políticos revolucionarios, de aparente
“signo contrario” —contra la revolución liberal o contra la socialista—,
mantienen un curioso nexo común de origen filosófico Hegeliano con TODAS ellas
(por oposición de contrarios).
Así se formulan lo que pueden
denominarse los “socialismos de derechas”, cuyo antecedente remoto
podría encontrarse en la “tiranía nacionalista napoleónica”, que contiene todas
las características, factores y errores: LO PRIMERO ES LA NACIÓN de la que “emana el
poder” y su “soberanía”. Claro que en estos casos, la nación está siempre “personalizada“
en quién se arroga su “representación”, y que controla todos los aparatos del
estado, a saber, el ejército, la educación, decretar la ley, los jueces, la
policía, etc. (dos curiosidades más: el primer “Comité de Salut Public“
no iba referido a nada sanitario, sino a la eliminación de toda facción que,
arbitrariamente, se considerara contrarrevolucionaria durante el período de “La Terreur ” jacobino;
y la segunda es que la primera policía se creó como “policía política”, para
controlar y en su caso perseguir y detener a todo el que, arbitrariamente, se
considerara opositor a Napoleón).
Los “socialismos de derechas”
—Acción Francesa, fascismo, nacionalsocialismo, etc.1—
contienen un error común, subordinan la religión a la política de Estado y al
nacionalismo. Hay que recordar que este concepto político contemporáneo de
nación y por ende de nacionalismo, es perverso en sí mismo. NO ES PATRIOTISMO,
AUNQUE SE ENMASCARE DE ÉL. El nacionalismo es al patriotismo una degeneración,
una perversión (lo que la tiranía a la monarquía, o la oligarquía a la aristocracia),
cuyo origen está en las reformas protestantes y su expansión en las
revoluciones napoleonicas, por lo que son revolucionarios y tan peligrosos
doctrinalmente como el liberalismo (ya el pusilánime conservador, el moderado o
el radical), o como los socialismos (socialismo real, la socialdemocracia
—también ésta ha cambiado de significado desde el que quisiera imponer Lenin
como comunismo radical, al concepto contemporáneo alemán—, o el
autogestionario). Muy al contrario, la doctrina tradicional y el tradicionalismo
NO SON UNA IDEOLOGÍA POLÍTICA, sino una cosmovisión integral2.
Y ¿cuál es la “prueba del
algodón” para no caer en el error? La “prueba del algodón” está en
buscar la base doctrinal de cada “movimiento” concreto y su relación con
la creencia de Fe. Hay dos graves errores bastante extendidos: el determinismo
—ya de influencia protestante, ya el de la corriente atea o agnóstica (que para
el caso es lo mismo)—, y la consideración de la religión como “fenómeno
cultural histórico” y no como fundamento.
Si
falta o se carece del fundamento, tened por seguro que el paganismo (es decir,
creer en cualquier cosa o “deificar” cualquier cosa), se acaba adueñando de
todo, lo que suele suceder en esos “movimientos”. 15Attendite
a falsis prophetis, qui veniunt ad vos in vestimentis ovium, intrinsecus autem
sunt lupi rapaces. 16A fructibus eorum cognoscetis eos»
[“15Cuidado con los falsos profetas, que se presentan cubiertos con
pieles de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. 16Por sus
frutos los reconoceréis (Mt 7, 15-16).”].
Luis B. de PortoCavallo
1
Ver:
—Condena a L´Action française de S.S.Pío XI; 29
de diciembre de 1926 (S.S.Pío XII publica un decreto, en 24 de julio de 1939,
en el L´Osservatore Romano, que revocaba
las sanciones y censuras contra L'Action Française, sus directores y lectores,
pero no la reprobación de sus errores);
—Non abbiamo bisogno;
Carta encíclica de S.S.Pío XI; 29 de junio de 1931y
—Mit brennender Sorge;
Carta encíclica de S.S.Pío XI; 14 de marzo de 1937
2 Ver Tradicionalismo Ambiguo No Es Tradición;
en Blog HISPANIAM SPES; Luís B. de PortoCavallo
[https://www.ahorainformacion.es/blog/tradicionalismo-ambiguo-no-es-tradicion/]
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