EUTANASIA E HIPOCRESÍA SOCIAL


A principios de este año, Ángel Hernández asesinó a su mujer, María José Carrasco, enferma de esclerosis múltiple, alegando que ella lo deseaba. Esto permitió a la izquierda de siempre reabrir el debate sobre la presunta necesidad de legalizar la eutanasia, vendiéndola como una forma de "muerte digna".

Ciertamente, la vida nos la da y nos la quita Dios cuando Él lo cree conveniente, y todo lo demás es contrario a cualquier planteamiento religioso.

Pero obviando los razonamientos morales, es necesario matizar dos cosas:

En primer lugar, la muerte es el final de la vida, pero cuando este final no ocurre por causas naturales, sino que es provocada por otro, estamos hablando de un crimen. No entro a debatir sobre términos jurídicos que diferencian entre asesinato, cooperacion con el suicidio y otros tipos penales; me quedo en el lenguaje coloquial: es un crimen.

En segundo lugar, afrontar una enfermedad con dignidad es combatirla (a ella y a sus consecuencias) con todos los medios disponibles. Ciertamente, tampoco se puede recurrir a un encarnizamiento terapéutico, pero el hecho de buscar prematuramente la muerte supone rendirse sin intentar luchar hasta el final, y en este tipo de rendición no hay nada de dignidad.

Como consecuencia de ello, la hipocresía social llama muerte digna a lo que solamente es un crimen indigno.

Por otra parte, hace muy poco que ingresó en el hospital de Alcalá de Henares María Teresa, una paciente con una enfermedad neurodegenerativa. El hospital aseguró que si la paciente entraba en parada cardiorrespiratoria no iba a ser reanimada. La familia tuvo que acudir a la Justicia, que fué quien obligó al hospital a efectuar dicha reanimación en caso de ser necesaria; pues bien, hoy he conocido la noticia de que María Teresa ha sido dada de alta ¿De verdad era necesaria su muerte? ¿de verdad era una muerte digna? La respuesta a ambas preguntas es, indudablemente, NO pero, curiosamente (e interesadamente) esto no ha abierto ningún debate sobre la inhumanidad de la eutanasia.

Carlos R.

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