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Foto: Heraldo de Aragón, 4-VII-2019 |
El pasado martes 3 de julio tuvo lugar la primera sesión plenaria del Consistorio zaragozano, bajo la presidencia del nuevo alcalde. En esta primera sesión, el tema estrella fue, sin duda, la aprobación del nuevo organigrama municipal para los próximos cuatro años.
El gobierno ha
quedado configurado en ocho grandes áreas, por las cinco de la etapa
de Santisteve y cuatro de la de Belloch. En consecuencia, se han nombrado ocho
coordinadores de área, mientras que en la anterior corporación ZEC contaba
con cinco más tres directores generales, que ahora desaparecen. La
diferencia de salario de estos últimos y los coordinadores suma en torno 10.000
euros anuales de sobrecoste.
En cuanto al personal
eventual, el incremento del gasto es de 151.601 euros, al contar con 40
trabajadores para dar servicio a todos los grupos con representación, uno más
en este nuevo mandato (léase Vox). También
se repartieron entre los partidos las dedicaciones parciales, que permiten
cobrar un máximo del 80% del sueldo: tres las asumirá el PSOE, dos el PP y una cada uno del resto de partidos.
Los grupos
determinaron que el control al gobierno se lleve a cabo a través de cinco
comisiones y dos plenos al mes. Además, se constituyeron los consejos de
administración de las cuatro sociedades municipales (Zaragoza Vivienda, Zaragoza Cultural, Zaragoza Deporte y Ecociudad), así como las
representaciones en el resto de patronatos.
Finalmente, se
repartieron las juntas de distrito. El PSOE ostentará cuatro (Las Fuentes, Rabal, Delicias y Almozara), el
PP cinco (Centro, Universidad, Casco,
Oliver-Valdefierro y Santa Isabel), Ciudadanos tres (San José, Distrito Sur y
Miralbueno), ZEC una (Torrero), Podemos una (Actur) y Vox otra (Casablanca).
Los partidos “de la
oposición” han puesto el grito en el cielo. Denuncian que quienes se han pasado
años pidiendo austeridad, acaban de poner en marcha una nueva estructura más
cara y con duplicidades. Algunos de los que efectúan estos reproches, tampoco
están libres de culpa, pues sin perjuicio de lo que hemos visto en nuestra
propia tierra, a saber, las hazañas
protagonizadas en el ámbito del equipo municipal de gobierno saliente, Podemos es, hoy por hoy, la formación
política con más cargos públicos imputados en toda España. Y cosas parecidas
podríamos decir de los demás partidos políticos, si bien la honestidad nos
obliga a otorgar a Vox los primeros
100 días de cortesía.
El problema es el de
siempre: el sistema de incentivos perversos, la partitocracia, el pesebrismo institucionalizado. Ya decía aquel célebre artículo publicado en
1935 en la Revue des
Deux Mondes: “La enfermedad del
Estado tiene un nombre: es el régimen electivo. Sabido es que este régimen no
estaba destinado a ser lo que ha sido. Pero se ha convertido en lo que es y
poco importa saber si debió ser otra cosa,
puesto que no lo ha podido ser. En el origen de todas las dificultades y
de todas las decadencias se encuentra esta causa única. ¿Por qué una cámara
impide a un gobierno hacer economías? Elección. ¿Por qué una cámara obliga a un
gobierno a derrochar? Elección. ¿Por qué los presupuestos están gravados con
tal cantidad de cargas, subvenciones, indemnizaciones y primas que los
contribuyentes ignoran, pero no así los beneficiarios? Elección. (…). ¿Por qué
en toda circunstancia y en toda ocasión, la apariencia es preferida a la
realidad, la comodidad inmediata a la utilidad que perdura? Elección”.
En el mismo
sentido, Charles MAURRAS escribía en Mis
ideas políticas (1937): “De
cualquier modo que se proceda, es seguro que el dinero es el que hace el poder
en democracia. Lo elige, lo crea y lo engendra. Es el árbitro del poder
democrático, porque sin él dicho poder vuelve a la nada o al caos. Sin dinero,
no hay diarios. Sin dinero, no hay electores. Sin dinero, no hay opinión que se
exprese. El dinero es el [pro]genitor y
eI padre de todo poder democrático, de todo poder elegido, de todo poder
mantenido en dependencia de la opinión. Lo que explica el furor de las
discusiones parlamentarias cuando recaen sobre el punto de incidencia del
dinero y del elector, del dinero y de Ia opinión, del dinero y del gobierno. Cada
partido trata de deshonrar al otro. Pero todos quedan deshonrados en la medida
que son democráticos y que reconocen al poder el derecho de nacer como nace. La
multitud nada sabe de esto, que forma parte de la farsa. ¿Se trata de
informarle?; es otro capítulo de la misma irrisión. Como quiera que se acomode
y por protestas que formule, el pobre pueblo es gobernado por el oro o el
papel, por quienes lo detentan y por quienes lo venden, únicos que le fabrican
sus maestros de escuela y sus jefes”.
JAVIER ALONSO DIÉGUEZ
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