En el asunto del terrorismo de ETA, caracterizado por su cobardía, por su extrema irracionalidad y por haber provocado un sufrimiento tremendo e injusto en aquella parte de la población que lo sufrió, solamente hay dos posibles bandos: El de las víctimas y el de los verdugos.
Están en el bando de las víctimas, no sólo quienes han sufrido el terrorismo directamente, sino también quienes les apoyan firmemente y sin fisuras.
El bando de los verdugos está ocupado por los asesinos, por sus cómplices, por quienes les facilitaron formación e información, por quienes les suministraron los medios y por quienes les dieron y dan actualmente apoyo político y social, legitimando de algún modo su salvaje proceder. Pero también están en este grupo los mediocres, los que con su equidistancia injusta o con su pasividad egocéntrica permitieron y permiten que exista una cierta indiferencia social a la hora de combatir a quienes fueron autores de aquella masacre criminal.
Este pasado 11 de julio hizo 22 años que la piara etarra secuestró a Miguel Ángel Blanco, asesinándolo al día siguiente, tal día como hoy. Desde entonces cada año se han realizado por toda la geografía española actos de homenaje al concejal Ermuarra asesinado, personalizando en él el deseo de ensalzar a todas las víctimas de ETA.
Curiosamente, al acto de homenaje realizado este año en el ayuntamiento de Zaragoza no acudió representación de Zaragoza en Común y si lo hizo, pero sólo parcialmente, Podemos.
Ante esa situación, que se añade a la extraña dulzura con la que miran al terrorista Otegi, es legítimo preguntarse en cuál de esos dos bandos están exactamente Zaragoza en Común y Podemos. Yo, desde luego, lo tengo claro.
Carlos R.
Comentarios