Septuagésimo quinto aniversario de los salvajes bombardeos de Montecasino

Una muestra de la barbarie liberal anglosajona contra el cristianismo


Publicado en Anotaciones de pensamiento y critica


San Benito, Patrón de Europa, por Fra Angélico


En el septuagésimo quinto  aniversario de los salvajes bombardeos de las tropas de las potencias liberales a Montecasino. 



El primer ataque sobre el monasterio, cuna de Europa, se inició el 4 de enero de 1944.



La célebre abadía benedictina se encuentra situada en una montaña sita al sur de Roma. Y en ella reposan los restos de Benito de Nursia, San Benito, Patrón de nuestro continente.

Montecasino es uno de los orígenes de nuestra cultura occidental donde renació la civilización tras la caída del Imperio Romano tras la invasión de los bárbaros.


Grabado de la Abadía antes de la destrucción por parte de los anglosajones

En Montecasino se escribió "la Regola que durante el derrumbamiento de la civilización clásica contribuyó en gran medida a salvar lo mejor del mundo antiguo y a inaugurar el nuevo".

Allí "en los grandes scrptoria, los monjes habían copiado obras inmortales que de otro modo se habrían visto destinadas al olvido o a la destrucción".

Allí "se encontraba el corazón de un probo ejército que, desde Escocia a Sicilia, había trabajado durante más de mil años por la salvación eterna de los hombres pero también por una vida mejor en la tierra".

Tal como escribe con acierto, y valor, el gran periodista Vittorio Messori, la destrucción del Monasterio de Montecasino es fruto del odio anticatólico




El tema lo trata en el magnífico y recomendable libro "Leyendas negras de la Iglesia", manual insustituible para rebatir los típicos tópicos calumniosos del Discurso Cultural Dominante.




La prensa británica  y Leo Sulzberger II, miembro de la familia  Sulzberger, propietaria del New York Times fueron algunos de los principales impulsores de los bombardeos destructores

En la segunda guerra mundial, tras el desembarco aliado en la península itálica, los alemanes habían extendido una barrera defensiva denominada "línea Gustav". Levantada en los montes Abruzos, sin embargo excluía la cumbre de Montecassino. El monasterio, en un risco elevado en medio de la planicie, hubiera sido un lugar excepcional para apoyar la citada linea defensiva.

Pero el comandante en jefe del ejército alemán en la zona era el Mariscal Kesserling, bávaro y católico, militar de honor, y no quiso exponer el histórico monasterio a los resultados del combate. A las afueras de la Abadía un piquete de policía militar protegía la entrada haciendo cumplir las órdenes de que ningún soldado alemán podía ingresar.


El ejército alemán era conocedor de lo que Montecasino representa para la civilización universal. Por ello, en contra de lo que marcaba cualquier norma táctica y estratégica de carácter militar, Kesserling no incluyó Montecasino en su línea de defensa.

Allí, además del tesoro arquitectónico que representaba el edificio de la Abadía y de los inconmensurables valores artísticos y bibliográficos que albergaba, hallaron refugio multitud de prófugos, heridos, enfermos, viejos y mujeres, que fueron acogidos por la comunidad de monjes.

Los aliados, principalmente los dirigentes del ejército estadounidense, como está demostrado documentalmente, tenían conocimiento de que en la montaña y en el monasterio no había tropas alemanas.

Dio lo mismo. Entre el 17 de enero al 18 de mayo, la colina fue atacada cuatro veces por las tropas aliadas.



También es probado que se decidió la destrucción por motivos no militares, "empujados por un deseo de destrucción que sólo puede explicarse por el deseo de hacer desaparecer de la faz de la tierra uno de los símbolos más significativos del detestado papismo católico".

Esto queda confirmado porque el vandálico bombardeo se anunció previamente de forma pública, indicando el día y la hora de la operación, lo que demuestra que no había interés militar estratégico.




Este anuncio permitió que los alemanes, a pesar de que la Wehrmacht sufría una dramática crisis de elementos de transporte y combustible, encontraran los camiones necesarios para poner a salvo de la destrucción aliada, en el Vaticano, parte de los tesoros artísticos y culturales de la abadía, incluyendo el excepcional archivo, que, por ejemplo, contenía el primer escrito en lengua italiana.



Traslado de las obras de arte salvadas de la barbarie aliada al ser trasladadas al Vaticano gracias al Teniente Coronel Julius Schlegel


También las monjas y monjes benedictinos de Monasterio fueron evacuados, quedando al comienzo de la batalla solamente el Abad Gregorio Diamare* de 82 años y 5 monjes.

Abad Gregorio Diamare

Tal como habían anunciado, el 15 de febrero de 1944, grandes cantidades de "fortalezas volantes" americanas, entre ellas 42 B-17 Flying Fortresses , junto con  47 B-25 Mitchell y  40 B-26 Marauder, combinadas con cañones de grueso calibre, bombardeaban el histórico monasterio (453 toneladas de bombas descargadas, en ocho oleadas).

Vista aérea del sector Cassino. 
Arriba el monasterio de Montecassino, abajo la ciudad de Cassino

"Estuvieron bombardeando y disparando durante tres días hasta que tuvieron la seguridad de que de la abadía sólo quedaban ruinas insalvables (luego se descubrió que se había destruido todo menos la cripta, en la que se hallaron intactas las reliquias de Benito y Escolástica). Se había concebido la acción como un "espectáculo", de modo que un equipo de cineastas oficiales filmó el acontecimiento"





Tras el destructor bombardeo aéreo y artillero aliado, la Werhmacht ocupó el monte, aprovechando los escombros como magnífico punto defensivo. Desde el aspecto militar el vandalismo estadounidense fue muy útil para las tropas alemanas, que usando las ruinas como refugio seguro de sus posiciones pudieron resistir los asaltos de las fuerzas aliadas durante muchos meses.

Ruinas de la abadía tras el ataque de las potencias liberales

Las decenas de miles de caídos aliados, muchos de ellos polacos, son resultado de la idea norteamericana de destruir el monasterio.

La destrucción de la abadía fue un desvarío desde la perspectiva militar y un crimen desde el plano cultural pero "probablemente una exigencia irreprimible y oscura, una necesidad liberadora para aquel cóctel de protestantismo radical e iluminismo masónico que, desde el principio, distingue a la clase dirigente americana. Incluyendo, por tanto, a los altos mandos militares".




Franklin Delano Roosevelt  con sus atributos masónicos junto a  Towsend Scudder y Robert Elliott Owens, Grandes Maestros de la G. L. de Nueva York, y a  Gran Maestre Jacob Charles Klinck y el Ministro de Comercio Her. Daniel C. Roper. (foto  de 1935, en una Tenida de la Logia Architect Nº 519 de la ciudad de Nueva York, en que recibieron el grado de Maestro masón sus hijos, que se ven de pie, detrás de su  padre


Sin embargo este odio desatado da muestra de la importancia histórica y cultural del lugar, para dar lugar a tal furia destructiva contra una de las cunas de Occidente.



El monasterio restaurado

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*  Al abad Gregorio Diamare, muerto en 1945, el Estado italiano le concedió, a título póstumo, en 1951,  la Medaglia d´oro al valor civile. Así lo justifica "Unica Autorità rimasta sul posto, interveniva ripetutamente e con energia presso il comando militare tedesco, ottenendo il rilascio di numerose persone che, prelevate come ostaggio, erano state condannate a morte, ed evitando la distruzione disposta in segno di rappresaglia, di alcune località abitate. Dopo aver posto in salvo innumerevoli tesori di arte depositati nell´abbazia, riconosciuta la inutilità dei suoi sforzi diretti a preservare tale distruzione dell´insigne monumento, decideva di allontanarsene e, attraversata la linea del fuoco, profonda circa 20 chilometri, alla testa di un corteo di donne, malati e feriti, riusciva, tra l´infuriare della battaglia, a portare tutti in salvo."

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