El pasado 4 de marzo de este año publicamos un artículo en el blog con motivo del cumplimiento del 55 aniversario del fallecimiento de los fundadores de la Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC), un movimiento especializado de la evangelización del mundo obrero y del trabajo, Guillermo Rovirosa y el sacerdote Tomás Malagón.
En el mismo hacíamos referencia a otro
interesante artículo del año 2015 que aparecía en la web www.infovaticana.com con motivo del 50 aniversario de este mismo hecho, y que
llevaba por título: “La HOAC es un cadáver que cuanto antes lo
entierren, mejor”, en el que se hacía referencia a este movimiento
en la actualidad como un grupo
irrelevante que tiene que hacerse notar para no pasar inadvertido.
Hace unos días tuve la oportunidad de leer
casualmente un excelente artículo de opinión publicado en la web www.religionenlibertad.com fechado el 1
de octubre de 2018, titulado: “¿Reinventar la acción católica?”
En esta publicación se hace
mención a los recuerdos del autor sobre lo que fue antaño este movimiento de la Iglesia Católica
y en lo que se ha convertido. Entre otros aspectos, se hace referencia a la
formación espiritual adquirida, quizás elemental, pero sólida y a prueba de
secularismos ambientales, donde el Consiliario enderezaba las demasías
expresivas, sin coartar la participación en las reuniones de círculos de
estudios semanales.
Dentro de esta interesante
publicación, se define la
Acción Católica , que creó Pío XI, como movimiento claramente
seglar, de carácter básicamente parroquial, bajo la supervisión y guía
espiritual de los obispos diocesanos. Es decir, un movimiento dentro del acervo
común del quehacer de la
Iglesia que prestó grandes servicios a la expansión de la fe
allí donde arraigó. De esta Acción Católica nació la Asociación Católica
Nacional de Propagandistas (ACNdeP, en estos tiempos sin la N ).
Estos movimientos, indica
este artículo con una acertada exactitud y visión del tiempo, con el paso del
tiempo se fueron politizando, mejor dicho, se fueron ocupando de los problemas
profesionales y sociales que les afectaban, como reflejaban sus publicaciones.
En otras palabras, estas asociaciones católicas vinieron a ser un sucedáneo de
actividad socio-política, reflejo de los modos europeos que llegaban a España.
El artículo finaliza con una
trascendental pregunta a modo de reflexión: “¿Sería posible actualmente
reinventar algo parecido a lo que fue aquella Acción Católica tan fecunda?”
Difícil, por no decir imposible, indica el autor. Según Vicente Alejandro
Guillamón, si alguien lanzara la idea, no arraigaría. Sin embargo, la Iglesia está necesitando,
como el aire que respira, un movimiento de carácter general y base parroquial,
que la saque del pantano en que se halla.
En definitiva, una acertada
opinión, que muestra en lo que se ha convertido
actualmente la Acción
Católica en España, ya sea en su rama general o movimientos
especializados, en una serie de chiringuitos de extrañas liturgias, víctimas
del laicismo y relativismo moral que invade a la sociedad española actual.
El aragonés audaz
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