CORSI ET RICORSI


D. Juan DONOSO CORTÉS
Marqués de VALDEGAMAS

¿Cuándo ha tenido el carlismo sus mayores crisis? Cuando se ha encerrado en sí mismo, cuando se ha condenado libremente a la autorreferencialidad. ¿Y cuándo ha cosechado sus grandes triunfos, cuándo ha crecido y se ha desbordado a campos antes impensables por inalcanzables? Cuando se ha lanzado a la conquista de esos mismos campos, cuando ha abierto su banderín de enganche a todo el que buscaba limpiamente alistarse para luchar contra la Revolución. Esto explica el fenómeno de los neos, a partir de la revolución de 1869; la crisis del integrismo, en torno a 1888 y los años siguientes; el crecimiento vigoroso con VÁZQUEZ DE MELLA; y la eclosión del neotradicionalismo durante el período revolucionario de la II República, materializado ejemplarmente en el laboratorio de ideas de Acción Española.

En estos momentos en que nos hemos despertado como españoles a una nueva coyuntura plenamente revolucionaria, la más genuina Tradición de las Españas vuelve a ser el banderín de enganche por antonomasia; siendo como es la Revolución el mal social por definición, ahora, más que nunca, el carlismo vuelve a primera línea, porque es el único movimiento político a un tiempo completamente contrarrevolucionario y absolutamente fiel a la identidad histórica de España.

Recordemos aquí la enseñanza y el testimonio genial de DONOSO CORTÉS:
«En esta especie de confesión general que hago en presencia de usted debo declarar aquí ingenuamente que mis ideas religiosas y políticas de hoy no se parecen a mis ideas políticas y religiosas de otro tiempo. Mi conversión a los buenos principios se debe, en primer lugar, a la misericordia divina, y después, al estudio profundo de las revoluciones... Las revoluciones son, desde cierto aspecto y hasta cierto punto, buenas como las herejías, porque confirman en la fe y la esclarecen

JAVIER ALONSO DIÉGUEZ

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