¿De tal palo tal astilla?

Dios nos pille confesados


Difundimos a través de nuestro Blog este interesante, inquietante y actual artículo escrito ya hace algún tiempo en ABC por Hermann Tertsch.

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Hermann Tertsch

Manuel Iglesias, abuelo de Pablo Iglesias, aunque formó parte de un tribunal militar que firmó centenares de penas de muerte fue condenado a muerte no por ésto, sino por participar en sacas, es decir, en la caza de civiles inocentes en la retaguardia de Madrid. Él fue quien identificó y sacó de su casa para asesinarlos, al marqués de San Fernando, Joaquín Dorado y Rodríguez de Campomanes y a su cuñado Pedro Ceballos. Eso fue el 7 de noviembre de 1936 en la calle del Prado nº 20. Acudió allí Manuel Iglesias acompañado por Manuel Carreiro "El Chaparro", Antonio Delgado "El Honachego" y otros milicianos armados como "El Vinagre", "El ojo de perdiz", y "El Cojo de los Molletes". El abuelo los dirigía porque era él quien conocía a su paisano, el marqués, de Villafranca de los Barros. Al marqués y su cuñado los llevaron a la checa de la calle Serrano, 43. Al día siguiente aparecieron asesinados en la Pradera de San Isidro.

Después de la guerra Iglesias fue detenido y condenado a muerte. Se le conmutó la pena por 30 años de prisión pero salió en libertad al cumplir sólo cinco y obtuvo enseguida empleo en el Ministerio de Trabajo de José Antonio Girón de Velasco, un privilegio después de la guerra. No agradeció como podía pensarse a sus benefactores, Girón y Franco. Mantuvo viva la llama del odio en la familia. Uno de sus hijos, el padre de Pablo Iglesias, fue miembro de la banda terrorista FRAP. Es preocupante la admiración, sin reservas, hacia aquel miliciano criminal que muestra este nieto suyo que puede pronto gobernar España por el desconocimiento de sus votantes de la herencia que ha recibido y que en vez de corregir sigue adelante. No se conoce a Iglesias en sus peroratas políticas y "morales" la mínima reflexión crítica sobre las prácticas criminales del Frente Popular en las que participó su abuelo. Ni una manifestación de luto y pesar por el daño que se causó. Dios nos libre de gobernantes con estos principios, en el gobierno que está a punto de formarse ni en ninguno de los que después puedan llegar.

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