“En España el delincuente tiene más derechos que la víctima”
Don Ramiro,
en calidad de jurista y estudioso de la
Ley , ¿cómo les explicaría sucintamente a los lectores qué
significa, y supone, el denominado “garantismo jurídico” en el contexto del
Derecho de nuestro tiempo, nacional e internacional?
El garantismo jurídico es la salvaguarda de los
derechos de la persona que está detenida o en prisión provisional, o que
todavía no ha sido condenada en firme, en el sentido de que tiene derecho –en
el caso español–, a la presunción de inocencia, a no declarar contra sí mismo,
a un abogado defensor, de su libre elección o nombrado de oficio, si no tiene
medios económicos para pagarle, etc.
También el derecho a un traductor, si habla otro
idioma, a ser reconocido por el médico forense, para que pueda acreditar si ha
sufrido algún tipo de agresión posterior a su detención, interrogatorios, ingreso
en calabozos, etc.
En realidad en España el delincuente tiene más
derechos que la víctima.
¿Qué opinión
le merece la contribución de Luigi Ferrajoli? ¿Sospecha de la presencia de
alguna mano oculta direccional, institucional o multilateral, tras de la obra
teórica de este autor tan controversial?
Es un gran autor, posiblemente uno de los mejores o mayores
expertos en la materia. Yo le estudié en quinto de Derecho, en un seminario
optativo sobre el tema, dirigido por el catedrático de filosofía del derecho en
la Facultad
de Derecho de la
Universidad de Zaragoza. Recuerdo que era espeso, difícil de
leer y entender, pero con una carga filosófica profunda.
De cualquier forma, sigo pensando que el problema de
los juristas teóricos, profesores, catedráticos, la mayoría de los magistrados
del tribunal constitucional español, pasados y presentes –posiblemente también
los futuros–, es que nunca han visto a un asesino o a un violador de cerca, y
siguen pensando con Rousseau que toda persona es buena y es la sociedad la que
la hace mala, cuando está demostrado científicamente que hay un pequeño
porcentaje, que algunos autores sitúan en el dos por ciento, de personas
intrínsecamente malas, por las razones que fueren…
No sabría decir si hay alguna mano oculta tras este
autor, aunque yo diría que una filosofía o pensamiento de tipo comunista e
igualitario, muy peligroso, que tiende a condenar más en función de la persona
del autor, que de los hechos cometidos, atendiendo a su extracción social,
estudios o trabajos que realiza, etc. En otras palabras, un derecho penal de
autor.
La
separación entre Derecho y Moral ha traído consigo sentencias judiciales
escandalosamente injustas. Mientras que en España la liquidación de una vida
humana en el seno materno tiene el beneplácito del Sistema, un despistado que
arroja una nevera vieja al monte puede acabar condenado a varios años de
prisión sin fianza… Se diría que este Derecho subjetivo está anunciando la
muerte del Derecho, ¿es así?
Desgraciadamente, creo que
es así. El derecho natural es, o debería ser, la base del ordenamiento
jurídico. Hoy en día los políticos han criminalizado solamente aquello que les
interesa, de forma que como muy bien dices, un aborto, es decir el asesinato de
una vida humana, totalmente inocente, con la complicidad de su madre, que es la
persona que tiene una posición de guarda y garante de esa nueva vida,
prácticamente está despenalizado, mientras que si un día le das una patada a un
perro que te acaba de morder en la pierna, puedes acabar en la cárcel, sobre
todo si caes en manos de un juez progresista, amigo de los animales, etc.
Por otra parte el derecho
administrativo establece grandes sanciones, muchas veces superiores a las que
se imponen por el derecho penal, y con una total falta de baratías jurídicas,
pues no es lo mismo un juez de carrera que un funcionario instructor de un
expediente disciplinario, que aquí te pilla, aquí te jode, hablando claramente…
Háblenos un
poco de esa extraña “deconstrucción” basada en las múltiples separaciones (no
sólo entre Derecho y Moral, sino entre delito y pecado, entre validez y
justicia, etc.) y sus relaciones con el Derecho penal mínimo.
En realidad hay una
separación total entre Iglesia y Estado y ello supone que hechos que para la Iglesia son pecado, por
ejemplo mantener relaciones sexuales fuera del matrimonio, para el Estado no
suponen problema alguno.
También hay una gran
diferencia entre el Derecho y la Justicia. Los abogados, por ejemplo, no buscamos la Justicia , en términos
generales, sino solamente una aplicación del Derecho vigente lo más favorable
posible para nuestros clientes… (Algunos compañeros me van a matar, pero creo
que es así).
Posiblemente la única
persona que busca la Justicia
es el Juez, no el fiscal, que actúa a instancia de parte, pues al fin y al cabo
la fiscalía tiene autonomía, pero no deja de estar subordinado jerárquicamente
al gobierno de turno, y sobre la actuación de la Abogacía del Estado,
vistas sus últimas “deposiciones”, creo que no hace falta añadir nada más…
Lo que no podemos hacer, y
es lo que está sucediendo, por desgracia para todos, es que los políticos en el
poder utilicen el derecho penal para reprimir y criminalizar a sus adversarios,
y así sucede con los famosos “delitos de odio”, cuya regulación es muy
contradictoria, y sujeta a toda clase de interpretaciones posibles.
Usted es
autor de un libro elocuentemente titulado Justicia injusta. ¿Cuáles son
sus tesis en esta obra?
Pues que en España no existe
realmente una administración de justicia justa, y ello por numerosas razones,
que sería prolijo explicar. Ten en cuenta que el libro tiene un centenar de
artículos, creo recordar, y cada uno de ellos explica algún motivo para
entender que en España no hay una auténtica justicia. Para empezar, y es el más
importante, realmente no tenemos un sistema de separación de poderes, y si eso
falla, pues falla todo lo demás.
Por lo
visto, y simplificando mucho, se podría decir que el garantismo jurídico
prioriza y antepone los intereses del victimario a los de la víctima. ¿Qué se
pretende realmente con todo esto?
Pues quebrar el Derecho, hacerlo ineficaz, inútil, de
forma que al final los ciudadanos no acuden a la policía a denunciar los
delitos, o a los juzgados a ratificar las denuncias, declarar como testigos en los
juicios, etc., entre otras razones porque los delincuentes cada día están más
“crecidos”, y muchas veces acaban amenazando a sus propias víctimas. Y esto es
muy peligroso, pues las personas que tienen medios económicos, etc., acaban
buscando la “justicia” al margen de la
Ley , y eso no es justicia, sino venganza.
¿Qué opinión
le merecen los “tribunales populares”?
En la guerra civil española, las izquierdas “juzgaban”
mediante tribunales populares, y todos conocemos los resultados. El bando
nacional, en cambio, juzgó mediante tribunales con jueces profesionales, o
tribunales militares, en su caso, pero siempre con la presencia de un abogado
defensor, o un oficial del ejército que asumía la defensa de los acusados. Debido
a la falta de medios, el carácter sumario de muchos de esos juicios, etc.,
posiblemente se cometieron bastantes errores, por ambos bandos, pero más por el
izquierdista, pues poner a juzgar al carnicero de la esquina, al sastre o al
portero del inmueble, con todo mi respeto hacia sus muy dignos trabajos, por
supuesto, no deja de ser una aberración jurídica.
Y si la pregunta se refiere a la institución del
Jurado Popular, tengo una posición muy crítica hacia él, como he escrito y
publicado en un par de artículos, que las personas interesadas pueden localizar
rápidamente en Internet.
¿Qué pueden
temer los castigados españoles del actual sistema judicial si éste se cruzara
en su camino?
Yo creo que nadie teme al sistema judicial español, y
la prueba evidente es que nuestra Patria se está llenando de delincuentes
extranjeros, que saben que aquí si son cogidos in fraganti, “disfrutarán” de
buenos abogados de oficio, de intérpretes, también pagados con nuestro dinero,
de unos policías y guardias civiles que no les maltratarán ni agredieran, salvo
casos de legítima defensa, y, por último, y en el peor de los casos, de unas
prisiones que de tales solo tienen el nombre, pues muchas son auténticos
hoteles de tres estrellas, con su gimnasia, enfermería, biblioteca, muchas con piscinas, etc.
España es, hoy por hoy, el “Paraíso” de la
delincuencia, nacional e internacional, produciéndose un efecto llamada.
Y solo un recordatorio económico, en estos tiempos de
estrecheces y penurias económicas: cada interno nos cuesta a todos los
españoles dos mil euros al mes…
José Antonio Bielsa Arbiol
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Dice verdades, esas verdades incómodas que nadie se atreve a decir...