LOS PROBLEMAS DE LA TRANSICIÓN ENERGÉTICA EN ARAGÓN


Foto: Heraldo de Aragón


La prensa aragonesa del pasado fin de semana crepitaba con furia, en medio de las protestas por la relegación de Aragón en el marco de los llamados convenios de transición justa a una economía hipocarbónica. Resulta que somos los más “verdes” del planeta, y por eso mismo, quienes siguen manteniendo el carbón como fuente autóctona en su particular mix energético, principalmente Alemania y Polonia, no están dispuestos a compartir los fondos disponibles para facilitar la transición energética con quienes han suprimido el mismo carbón de su mix energético, e incluso del ámbito de la actividad minera extractiva, junto con los hidrocarburos en general, y han cerrado práctica y definitivamente todas sus centrales térmicas convencionales. Suele pasar: dime de qué presumes y te diré de qué careces. Como somos más chulos que nadie, luego no vayamos por ahí pidiendo ayuda, porque nos darán con la puerta en las narices.


Luego está el esperpento político nacional de eso que todavía se llama “gobierno de España”. El gobierno reduce el ámbito territorial de los municipios y comarcas que pueden beneficiarse de las ayudas, y dice que él solo ayuda a los que cierren ahora, que lo de antes… será culpa del PP. Lo dicho tantas veces en este blog: en España el que no se consuela es porque no quiere, o, en otras palabras, con la marcha que llevamos por estos lares últimamente, parece que el mal de tontos es todo un consuelo para muchos.

Y en tercer, que no último, lugar, la autonomía, cuyo éxito en sus empresas depende, en definitiva, del poder de los respectivos barones en el partido, y de la importancia relativa de la región de que se trate en el caladero electoral correspondiente. En el Estado y en la Comunidad Autónoma hay intercambio de favores, un difícil equilibrio sobre el que descansa la frágil estabilidad de los gobiernos respectivos o, como decimos nosotros, mucha autonomía sobre el papel, y poca o nula autarquía real.

Al final todo se reduce a aritmética electoral, a manejos partitocráticos, y en eso un territorio tan despoblado como el de las comarcas – en sentido general, no administrativo – mineras de Teruel, llevan todas las de perder. Lo triste de todo esto es que todo se reduzca a acuerdos políticos en el peor sentido de esta expresión, que lo que afecta a una parte del territorio no sea asumido como propio por el Estado que dice representar a España a nivel general, que en medio de tanta burocracia pretendidamente descentralizada no seamos capaces de instrumentar un proceso de representación auténtico que haga circular de abajo a arriba las necesidades de cualquier grupo social o ámbito territorial, sin pasar antes por las aduanas del hodierno y odioso caciquismo. Si esto no es una cuestión de Estado, ¡¡¡díganme ustedes qué puede serlo, entonces¡¡¡ Entre tanto, el Ministerio de Asuntos Exteriores del Reino de España parece que tiene otras prioridades: seguramente la reapertura de las embajadas de la República de Cataluña.

Algunos estamos indignados con esta situación, pero no se preocupen, no vamos a hacer de esto una forma de vida, como en estos tiempos parece que se estila. Simplemente nos preguntamos cómo puentear a toda esta caterva de impresentables que venden la patria poco a poco, día tras día. 

No son vecinos nuestros, pues geográficamente están muy distantes, pero con el frío que hace por esas latitudes, debe haber mucho barbudo por Noruega. Pues bien, escuchen: la red europea de supercargadores IONITY ha modificado su política de precios, al alza naturalmente, y los noruegos han puesto el grito en el cielo: “Esto es más caro que la gasolina y el diésel”. Así que nos convendría poner nuestras barbas a remojar… mientras pensamos con parsimonia y sensatez, con sentido común y un poquito de talento, cómo vamos a hacer nuestra transición energética.

JAVIER ALONSO DIÉGUEZ

Comentarios