18 DE JULIO



Este 18 de julio se cumplen 84 años desde que se produjo el levantamiento de esa mitad de la nación que, según afirmó Gil Robles "no se resigna implacablemente a morir".

Cabe destacar que, durante la segunda república, la Comunión Tradicionalista aceptó las reglas del juego republicanas (a pesar de no compartirlas), se constituyó en partido político y participó en los procesos electorales.

Por su parte las izquierdas republicanas, poco después de proclamarse el nuevo régimen, comenzaron con el ataque y quema de Iglesias. Por este motivo, casi desde ese momento, muchos carlistas se organizaron para dar protección a los templos. Esta furia contra todo lo religioso fue extendiéndose a la totalidad de lo considerado como tradicionalista, de derechas o patriota y, especialmente a partir del año 1934, llegó a convertirse en un movimiento revolucionario comunista que pretendía aniquilar físicamente a cualquiera que se opusiese a la revolución. Esta rebelión afectó a toda España, pero muy especialmente a Cataluña y a Asturias y su finalidad era convertir a nuestra patria en un país socialista al estilo soviético. Recordemos que la Revolución de 1934 supuso en Asturias el asesinato de más de 1000 personas, entre ellas 34 religiosos, la quema de 58 templos y la destrucción o daños materiales en 63 edificios públicos (cuarteles, ayuntamientos, ...) 5 centros de cultura, 26 fábricas, 730 edificios particulares, 58 puentes y 31 carreteras, entre otros, en tan sólo 14 días.

En el año 1936 la situación era tan grave que el Frente Popular -coalición de los principales partidos de izquierdas- alcanzó el gobierno tras un fraude electoral bochornoso en el que ocuparon las juntas electorales, negaron actas de diputados a algunos que las habían conseguido y se las entregaron a otros que no las habían logrado y, ya en el poder, llegó a ordenar el asesinato de José Calvo Sotelo, jefe de Renovación Española, un partido de la oposición, que fue ejecutado en un vehículo policial ocupado por "agentes de la ley" y miembros de "la motorizada" (grupo parapolicial armado que estaba al servicio del PSOE).

Es en este contexto en el que los Carlistas se suman al alzamiento nacional; fue necesario para acabar con esa república, defender a Dios y dar a España la oportunidad de un futuro en paz y libertad.

La memoria nos hace recordar que el propio Manuel Azaña, llegó a decir que "No quiero ser presidente de una república de asesinos" y que Claudio Sánchez Albornoz (historiador, político de izquierdas, ministro de la Segunda República y Presidente de su gobierno en el exilio), entrevistado por Carmen Sarmiento en Buenos Aires (1976) afirmo, refiriéndose a las muertes ajenas a la contienda, que "No es para contarlo, sabe usted; pero yo sé, por el fotógrafo de la policía de Madrid, que fotografiaba cada día los asesinatos de los rojos, que en Madrid hubo más de 66.000 muertos".

¡En fin! Que es necesario tener claro que, para el tradicionalismo, como para todos los españoles de bien de aquella época, no se trató de un levantamiento totalitario contra un régimen de libertades, sino de una pugna de tres años para intentar recuperar las libertades perdidas durante el tiempo que duró aquella absurda tiranía sanguinaria en la que se había convertido la segunda república.



Carlos R.

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