Una Virgen de 80 toneladas y "una fuerza inusitada" en la fachada del Pilar


La obra escultórica que Pablo Serrano completó en 1969 en la de la basílica ha recuperado protagonismo estas fiestas gracias a pequeñas ofrendas improvisadas.


“El turolense universal, el escultor Pablo Serrano -barba rubia y mirada azul de acero- mostró a los medios el relieve que desde ahora presidirá la fachada principal de la basílica del Pilar”. Así narraba la crónica de HERALDO del 8 de marzo de 1969 la inauguración del altorrelieve ‘La Venida de la Virgen’, que estas fiestas ha vuelto al foco mediático rodeado de flores y ramos que, a la falta de Ofrenda oficial, han ido depositando los zaragozanos. La obra escultórica sirvió para embellecer una fachada que apenas era un lienzo de ladrillo y que el escultor quiso dedicar, fusionando tradición y modernidad, a la aparición de la Virgen a Santiago Apóstol. Fue una decisión personal del alcalde Gómez Laguna, que propició su nuevo encargo para el templo del Pilar siendo arzobispo Pedro Cantero Cuadrado. No fue difícil elegir a Pablo Serrano para su ejecución, dado que poco antes, en 1965, el turolense había fundido en bronce las dos grandes estatuas de San Valero y del Ángel Custodio que se había colocado a ambos lados de la puerta del Ayuntamiento.

Serrano concibió la obra, que le llevaría tres años, como un retablo exterior y está acreditado que hizo siete bocetos previos con fotomontajes de la fachada para estudiar los efectos de luces y sombras sobre las figuras del altorrelieve. Según las crónicas, las 58 piezas que conforman el relieve y suman 80 toneladas se trajeron una a una desde los talleres de Ludeña y fueron esculpidas en “calizo ibérico” procedente de las canteras de Caravaca, en Murcia.

El propio Serrano aseguró en el momento en el que se retiraban cañizos y andamios que había tratado de “hablar a la masa con un lenguaje de nuestros días”. “La aparición de la Virgen es un asunto de fe que alienta y mantiene tradición y pueblo aragonés”, continuó, antes de que el arzobispo le agradeciera que hubiera sabido tratar “tan bien un tema tan difícil”. Cantero calificó la obra de “una oración en piedra” y aseguró que era del gusto de todo el Cabildo. La prensa, por su parte, alabó la “fuerza inusitada” de la escena.

Serrano confesó su preocupación por conseguir “las sombras y los contrastes” tal y como los había imaginado y también explicó que la inspiración principal provino de un documento sobre la Venida del siglo XVI que le facilitó el profesor Antonio Beltrán. Durante largas semanas se estuvo montando el ‘puzzle’ con grúas a las puertas de la basílica y los fieles trataban de asomarse entre las vallas y los paneles para ver los trabajos.

Explica Manuel García Guatas en la ficha de Patrimonio municipal que la fachada meridional del templo del Pilar “es una acumulación escultórica de la segunda mitad del siglo XX pues, hasta entonces, era un lienzo de pared”. El catedrático emérito de Historia del Arte abunda en que la fachada “es de las mismas dimensiones que las que tenía aproximadamente la primitiva plaza del Pilar, no como la vemos ahora, debido a la transformación urbana llevada a cabo en 1940, que suprimió bloques de casas que las separaban dos placetas en sus extremos”. A pesar de las intervenciones, sigue siendo una fachada sobria y desornamentada, “entre otros motivos, porque nunca tuvo una perspectiva desde la ciudad tal como ahora se puede contemplar, resultado de la apertura de la calle de Alfonso I”, comenta García Guatas.

Sea como fuere, el hecho es que Pablo Serrano hizo esta obra poco antes de que su fama internacional siguiera incrementándose, pues su próximo proyecto fue la gran escultura de Pérez Galdós que tiene en Canarias, el García Marañón de Madrid y, después, viajaría a Nueva York.


Justo medio siglo después de su estreno, ‘La Venida de la Virgen’ sigue siendo testigo de todo lo que ocurre en el ‘salón de la ciudad’, con o sin fiestas, y este 2020 de pandemia la obra escultórica está recibiendo más flores y oraciones que nunca.

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