Cuatro años sin Domingo Fal-Conde


Pese a lo lluvioso de la jornada, el templo estaba a rebosar. Muchos a su pesar tuvieron que quedarse fuera, porque la categoría, no sólo histórica, sino sobre todo moral, de Domingo Fal-Conde le hacía ser una persona única, de esas que tienes el privilegio de conocer media docena a lo largo de una vida. Fue enterrado en el Cementerio de San Fernando, donde se pudieron ver boinas rojas carlistas como la de Javier Garisoain Otero, Secretario General de la Comunión y una bella mujer con la boina blanca representando a las margaritas, facción femenina del carlismo.

Nombrado Presidente de la Comunión Tradicionalista Carlista en 1987, dentro del carlismo, pasará a la historia por algo derivado de su talante y sus valores cristianos: la reconciliación y el perdón. Su principal logro fue el haber impulsado en el Congreso del Escorial de 1986 -donde fue nombrado Presidente Miguel Garisoain- la reconciliación entre las distintas facciones divididas: la Comunión Tradicionalista, la Unión Carlista y la Comunión Católico- Monárquica que, unidas, pasaron a ser Comunión Tradicionalista Carlista.

Fue Consejero, hasta el último Congreso celebrado en 2014, en que fue nombrado Presidente Honorario.

Una vida jalonada de episodios históricos

Tercer hijo de Manuel Fal-Conde, (1894-1975) , totem del carlismo español, fue testigo de excepción de capítulos señalados de la Historia de España.

Nacido en plena Dictadura de Primo de Rivera, vivió en su infancia el advenimiento de la Segunda República y la Guerra Civil española. En pleno conflicto bélico se produjo la ruptura de su padre con el Caudillo. Varios fueron los motivos, entre otros su proyecto de fundar una Academia Militar Requeté y el Decreto de Unificación de 1937, al que su padre, como  muchos falangistas, se opondría por considerarlo inviable para el carlismo.

Domingo Fal-Conde vivió entonces con su familia difíciles episodios como la persecución y el exilio de su padre, la constante supervisión policial, ataques callejeros y arrestos domiciliarios. Su padre se había visto abocado al exilio ante la disyuntiva de “pelotón de fusilamiento o el destierro” propuesto por Franco. Exiliado o confinado desde 1936 hasta 1945 en Portugal, Palencia y Menorca no sólo no colaboró con el régimen de Franco, sino que rechazó ser miembro del Consejo Nacional de Falange en 1937. Un cargo de enorme relieve que le hubiera catapultado a las altas esferas del régimen, pero que no aceptó por principios.

Entre otros episodios singulares, Domingo Fal-Conde, siendo niño, estuvo presente en el durísimo capítulo de las negociaciones de su padre con el General Dávila, Pemán y Luca de Tena para pagar el infructuoso rescate de José Antonio Primo de Rivera. O cómo su progenitor sobreviviría a un intento de asesinato gracias a la intervención de un honorable capitán de la Guardia Civil. Ya adulto, vivió un interesantísimo capítulo –completamente desconocido en la historiografía actual– en el que la CIA habría contactado con el carlismo español para su apoyo al desembarco de la Bahía de Cochinos.

Aunque tuvo una temprana vocación sacerdotal que le llevó al Seminario, decidió estudiar Derecho como su padre -que fue encargado de la Cátedra de Derecho Procesal- Se casaría con una hermosa mujer: María de la Encarnación Sánchez-Guardamino Senante, nieta de D. Manuel Senante -director del periódico “El Siglo Futuro”- y perteneciente también a una importante saga carlista de 16 hermanos, cuatro sacerdotes entre ellos.  Fueron padres ejemplares de 6 hijos: Manuel, María, José Antonio, Rocío, Ana, Jaime y Carlos.

No participó en los Sucesos de Montejurra

Domingo Fal-Conde llego a ostentar diversos cargos en el carlismo durante y después del franquismo.  Mantuvo a lo largo de su vida una estrecha relación con Don Javier Borbón- Parma, pretendiente carlista al trono español, que hasta su muerte lo tuvo entre sus más estimados consejeros.

Aunque alguna bibliografía recoge que estuvo con sus hermanos José María y Alfonso Carlos en los Sucesos de Montejurra apoyando la facción de Don Sixto, frente al socialismo de Don Carlos Hugo, no fue así.

Y es que los más jóvenes lectores desconocerán este episodio, de los más dolorosos para el carlismo español, con extrañas ramificaciones internacionales, en el que perdieron la vida dos jóvenes.

Higuera de la Sierra

Aunque nacido en Sevilla, mantuvo gran vinculación con el pueblo del que provenía su familia paterna, Higuera de la Sierra. De hecho, Domingo lleva el nombre de su tío, Domingo Fal- Conde, médico abnegado que renunció a su cátedra sevillana para cuidar de sus paisanos y que pasaría a la historia de la villa como fundador de la famosa cabalgata, la segunda Cabalgata de Reyes Magos más antigua de España y la más antigua de Andalucía.

Memoria viva de Sevilla

 Conferenciante y editor de publicaciones católicas y carlistas, gran lector, poseedor de una vasta cultura y un agudo sentido del humor, su dedicación a la abogacía y al mundo de los seguros le hizo ser muy conocido en la ciudad y su memoria prodigiosa le convertiría en memoria viva de la intrahistoria de Sevilla. Como abogado, en palabras del jurista Sánchez del Águila “manejaba las armas derecho con decoro exquisito, aunque siempre combativo… como dios manda” .Fue un hombre honrado y justo, haciéndose cargo de los derechos e intereses, tanto de clientes poderosos como de gente sin recursos a los que atendía desinteresadamente.

 Humilde de carácter, muy firme en sus convicciones, pero liberal en el trato a los demás, se relacionó a personas de todo tipo y condición y contaba entre sus más leales amigos a personas de ideologías muy alejadas a la suya. Atesoraba anécdotas interesantísimas de todas las épocas que contaba con mucha gracia y que cautivaban no sólo a los amantes de la historia, sino a todo aquel que le escuchara.

Sobre todo en los últimos años de su vida, ya jubilado, tuvo una intensa dedicación caritativa, poniendo al servicio de los demás su quehacer como abogado, atendiendo a personas de ambientes marginales a las que ayudaba en todo tipo de tareas burocráticas y judiciales.

Profundas convicciones religiosas

Hombre de acción pero también de fe. Fue un intenso promotor de la devoción y adoración al Santísimo Sacramento. En setenta años superó las 900 vigilias y llegó a Presidente Diocesano Emérito de la Adoración Nocturna Español..  Portó su bandera al cuadril en el Corpus de Sevilla; fue cofrade de dos de los crucificados de más unción de nuestra Semana Santa, el del Calvario de la Magdalena y el de la Vera Cruz.

Ley de Memoria Histórica

Una de sus últimas comparecencias mediáticas fue a raíz de la Ley de Memoria Histórica pretendió eliminar la calle sevillana que llevaba el nombre de su padre. Llegó a entrevistarse con el concejal de IU. Paradójicamente y por ignorancia histórica, se eliminaría por “haber colaborado con el régimen de Franco”.

Poco antes de morir, se mantenía lúcido y brillante. En sus conversaciones parecía “que le dolía España”, y admiraba los cuadros de temática carlista pintados por Ferrer-Dalmau ( sobrino de otro gran carlista  Melchor Ferrer- Dalmau, secretario de Don Jaime de Borbón).

Domingo, afrontaba su muerte con entereza, y se enorgullecía del principal legado para la posteridad de su padre: haber forzado a Franco a que restituyera la bandera rojigualda, bandera histórica del país desde la época de Carlos III y que es en la actualidad la enseña nacional. Muy pocos saben que se la debemos al empeño de Manuel Fal- Conde.

La constante de su vida fue el férreo compromiso y el catolicismo y el tradicionalismo: Dios, Patria, Fueros  y Rey.  Unas creencias que arraigaron en su ser desde muy niño y que convertiría en pilares de su recorrido vital. Ideales que con lealtad y valentía mantendría ante la adversidad hasta el final de sus días. Estamos seguros de que como rezan las ordenanzas del Requeté, Domingo “Ante Dios, nunca serás un héroe anónimo”.


(Por María Fidalgo Casares / sevillainfo)

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