Homenaje a Javier Barraycoa



Ayer, 15 de febrero, en el acto de desagravio por la retirada de la imagen del requeté en el mausoleo del Tercio de Nuestra Señora de Montserrat se entrego la placa, que reproducimos en la foto de abajo, como homenaje a nuestro correligionario Javier Barraycoa



A continuación reproducimos el Manifiesto de Montserrat 2025.


Manifiesto Montserrat 2025

Una ley injusta no es ley, sentenciaba San Agustín. La infame Ley de memoria democrática, promulgada en octubre de 2022, no es por tanto ley y mucho menos nos obliga, antes bien exige nuestra resistencia y oposición. Esta ley se enmarca, junto a la a la Ley de memoria histórica de 2007, en un insultante intento de transformar la memoria colectiva del pueblo español. Desvirtuar la conciencia es uno más de los mecanismos de ingeniería social a los que nos han acostumbrado tanto los gobiernos democráticos como los poderes mundialistas. Los redactores de susodicha ley no esconden sus intenciones cuando en el preámbulo de la misma afirman: “Los procesos de memoria son un componente esencial de la configuración y desarrollo de todas las sociedades humanas, y afectan desde los gestos más cotidianos hasta las grandes políticas de Estado. El despliegue de la memoria es especialmente importante en la constitución de identidades individuales y colectivas”. Y evidentemente, quieren -a base de leyes y decretos- recrearnos una falsa identidad que nada tiene que ver con nuestra esencia y tradición.

Los que afirman que esta ley “reconcilia” a los dos bandos en liza en 1936, se olvidan del Decreto-ley 10/1969, firmado por el entonces Jefe de Estado, en el que se decretaba: “la prescripción de las posibles responsabilidades penales que pudieran derivarse de cualquier hecho que tenga relación con aquella Cruzada, quedando de esta forma jurídicamente inoperante cualquier consecuencia penal de lo que en su día fue una lucha entre hermanos, unidos hoy en la afirmación de una España común”. Con este decreto-ley, en pleno franquismo, se amnistiaba definitivamente al bando derrotado y se daba por cerrada la trágica herida de la contienda civil. Pero tuvo que venir José Luis Rodríguez Zapatero para reabrir el “guerracivilismo” y empeñarse en convencernos que habían ganado la guerra los que la habían perdido. Este revanchismo anacrónico es posible porque los que tenían que salvaguardar la memoria de nuestra Cruzada, han omitido su obligación.

Ciertamente, ante el juicio de Dios, muchos deberán responder ante la dejación de responsabilidades durante la transición del régimen franquista a la actual democracia, fueran autoridades civiles, fueran eclesiásticas. Pero a nosotros, ante el abandono de muchos, nos toca la responsabilidad de denunciar y no olvidar. Denunciamos que aunque la Ley de memoria democrática se autoproclama “reparadora, inclusiva y plural”, es todo lo contrario. Es una ley injusta y excluyente, pues olvida a los miles y miles de asesinados y represaliados en el bando republicano. Madrid, Vascongadas, Santander, Cataluña, Valencia, entre otras muchas regiones de España, vieron nacer las checas, las crueldades más abyectas y los asesinatos en las cunetas, muchas veces tras las más cruentas torturas. Estas leyes no buscan “reparar” a las víctimas de un bando, sino sepultar en el olvido a aquellos otros que lucharon con las armas por un deber de conciencia o a los que sufrieron persecución y martirio por sus creencias religiosas o políticas.

Los enemigos de Dios y de España quieren “construir una memoria” deformando los libros escolares. Tergiversan la historia presentando la Segunda República como una utopía encarnada, cuando no dejó de ser sino un régimen despiadadamente anticatólico, violento y pleno de ilegalidades que sólo buscaba llevar a España a su demolición y su entrega al internacionalismo comunista. De ahí que los gobiernos democráticos hayan hecho desaparecer cientos, por no decir miles, de monumentos a los caídos, placas conmemorativas o cruces que recordaban donde fueron asesinados tantos y tantos católicos, por las hordas republicanas y sus milicias. Por eso hace cuatro años retiraron la escultura del requeté yaciente que presidía la cripta-mausoleo del Tercio de Nª Sª de Montserrat. Nada les podía ofender más que la evidencia de que hubo catalanes defendiendo la España tradicional. Por eso quieren demoler también el Monumento de Navarra a sus muertos en la Cruzada, erigido en recuerdo de los 4.500 navarros que cayeron en combate luchando en las tierras de España como verdaderos cruzados de Cristo. Y, cómo no, su último deseo es asolar definitivamente la abadía del Valle de los Caídos y su cruz, la más grande del orbe.

Ante este revanchismo, y ante la incapacidad y complicidad de aquellos que estaban obligados a reclamar la verdadera memoria histórica, nos hemos comprometido en mantener el recuerdo de los que lucharon y murieron por defender la religión y la patria. Por ello, contra la Ley de memoria democrática, proclamamos:

  • Que el llamado Alzamiento del 18 de julio fue un alzamiento cívico-militar de gentes honradas que fueron testigos de cómo la Segunda República se subsumía en un proceso revolucionario comunista, pro-soviético y anticatólico.
  • Que muchos de los que participaron en ese alzamiento, y en la consiguiente guerra civil, lo hicieron con espíritu de Cruzada movidos por su conciencia cristiana y patriótica, como así lo reconoció el episcopado español en su Carta Colectiva de julio de 1937.
  • Que muchos de los participantes no pretendían un Golpe de Estado, que a la postre sirviera para salvar y regenerar la República, sino que tuvieron la clara conciencia de participar en una guerra justa con el fin de devolver a España sus tradiciones religiosas, sociales y políticas y, así, preservar su existencia ante los que habían decretado su aniquilación.
  • Que en la retaguardia republicana se represalió, torturó y martirizó a miles de católicos -seglares, sacerdotes, religiosos y religiosas-, violentando toda legalidad, moralidad y humanidad. Con otras palabras, se perpetró un genocidio católico como así lo atestiguan los datos y los testimonios.
  • Que la reconciliación no necesita de leyes abyectas, pues ya se realizó legalmente y de facto, durante el régimen resultante de la Guerra Civil. Por tanto, las llamadas leyes de memoria tienen como objeto el adoctrinamiento y la corrupción del entendimiento y la voluntad de los españoles.

Por último, resaltamos que la Ley de memoria democrática alude irónicamente a las “Constituciones como la de 1812, 1869, 1931 y 1978 [como] hitos de nuestra historia democrática”. Es irónico que se referencien como más democráticas precisamente las constituciones más revolucionarias y anticatólicas que hemos sufrido. Quizá ello nos lleve a entender, por fin, el verdadero sentido de la democracia moderna. Y que nadie se llame a engaño, la exaltación que se hace de la Constitución de 1978, para renegar del franquismo, la hacen aquellos que precisamente están promoviendo la caída del actual régimen del 78. Más aún, los cuadros dirigentes de los dos grandes partidos que sustentan el actual sistema, surgieron de grandes familias que se beneficiaron del franquismo. Quizá para ocultar su propio pasado es por lo que ahora nos quieren sumergir a todos en la “desmemoria” histórica.

Pero allá ellos y sus contradicciones. Nosotros nos sometemos a la verdad histórica y nos guiamos por el ejemplo de los que al grito de Viva España y Viva Cristo Rey, ondearon sacrosantas banderas reconquistando España para Dios y arrebatándola de las manos de sus enemigos. Y nuestros testigos y valedores son los mártires que desde el cielo se consuelan viendo que son recordados, y nos consuelan para afrontar nuevamente tiempos trágicos. El combate ha empezado y nadie puede quedarse dormido. Los tiempos que vivimos anuncian nuevas persecuciones. Desde esta montaña, ante la cripta donde reposan nuestros héroes, nos comprometemos a seguir luchando por los principios e ideales que inspiraron su lucha y no olvidarlos jamás.

¡VIVA CRISTO REY!

¡ VISCA LA CATALUNYA HISPANA!

¡VIVA LA ESPAÑA CATÓLICA!

¡LOOR Y GLORIA A LOS MÁRTIRES!

Comentarios